Semivirgos y debutadores en Mundiales de Fútbol: Australia en 1974

Hoy se nos hace casi rutinario ver entre los invitados a la carpeta roja (?) de los mundiales de fútbol a Australia; pero hubo un tiempo en el que esto no solo era totalmente inesperado sino hasta exótico. Les contaremos acá  en este Blog_Indie_Hipster la primera vez de los australianos en mundiales, en 1974.

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Historias de Semivirgos y Debutadores – Vol VII: República Democrática Alemana en 1974

Esta sección que ya pertenece al pueblo (?) continúa el recuento de aquellas selecciones que tienen una o dos participaciones mundialistas más que Venezuela. Hoy hablaremos del debut y despedida en Mundiales de una selección cuyo recuerdo remite a los tiempos más ásperos de la Guerra Fría. Una de un país que hoy literalmente no existe, que fue producto de la competencia por quién la tenía más larga entre las dos superpotencias del Siglo XX. Hablamos de la República Democrática Alemana (aka, Alemania Oriental) en el Mundial disputado en la casa del vecino en 1974.

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«Levantada de las ruinas / y con la vista puesta en el futuro ♫ ♫ …»

Cuando terminó la Segunda Guerra Mundial el mapa y el equilibrio de poderes europeo había cambiado un poquitín; entre otras novedades, los soviéticos se habían instalado cómodamente en casi todos los países de Europa Oriental. También en la parte Este de Alemania, país que había sido repartido provisionalmente entre los cuatro vencedores (bueno, entre los dos vencedores más Inglaterra y Francia). Para 1949 ya las tensiones entre yanquis y soviéticos habían reventado de tal modo que estos últimos decidieron fundar formalmente la República Democrática Alemana en su zona ocupada. ¿Y cuál era el partido dominante en el nuevo país? ¡Pues el Comunista, marica, obvio! Los soviéticos instalaron otro estado estalinista en su pedazo del pastel alemán colocando todo bajo control del Partido Socialista Unificado de Alemania.

La administración del país (en adelante la RDA o Alemania Oriental para ahorrar bytes) era la típica de los de la Cortina de Hierro, con el gobierno y a vida del estado regidos por un partido único; el secretario general del Comité Central del partido era a su vez el jefe de Estado del país; la economía estaba totalmente estatizada; para tener algunos bienes de consumo (automóvil, por ejemplo) tenías que esperar como 10 años. Y si lo anterior no te sonaba y expresabas tu descontento llegaban los muchachos de la Stasi (el servicio de inteligencia interno) a hablar contigo en sesiones especiales en sus cuarteles, a convencerte que estabas equivocado con argumentos, eh, contundentes… todo muy gris y macabro. Y también como en otros países comunistas de esos tiempos, a los deportes se les daba un fuerte apoyo por su utilidad en el tema de propaganda; de hecho hasta su desaparición la RDA era una de las potencias mundiales en disciplinas olímpicas. Que haya habido un programa masivo de doping es una causalidad que no necesariamente esté relacionada con lo anterior (?).

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Aquí vemos a unos voluntarios trabajar con genuina alegría (jijiji) en la construcción del Zentralstadion de Leipzig, que después albergaría varios partidos de la selección de la RDA. Parte de los materiales fueron tomados de las ruinas de la ciudad. La foto es de principios de los años 50.

Pero hablemos de lo que nos interesa: el porno el fútbol. El deporte de Das Pecossën (?) no era muy bien visto por las autoridades de la Alemania estalinista. De hecho el mandamás del deporte del país, el Ministro y Presidente del CO Manfred Ewald, despreciaba el fútbol porque «tiene sus propios valores especiales: el individualismo y fanatismo son más fuertes que la disciplina y el racionalismo». Muy de gordito resentido al que siempre dejaban fuera en los picados… incluso un pasquín oficial de un organismo juvenil del país escribía en 1954 que «… los atletas en la RDA deben aprender a ganar competiciones por la causa de nuestro estado de trabajadores y campesinos«… Brrrrr, todo apesta a nazismo. Esta política se sumó a la conciencia de la propia debilidad comparada con el fútbol del país hermano capitalista y decadente (?) para que nuestro amado deporte no recibiera mucho apoyo oficial durante los primeros años de la RDA. De todos modos esto no fue obstáculo para la fundación de la DFV (Deutscher Fußball-Verband o Federación Alemana de Fútbol) en 1950, que fue admitida en la FIFA en 1952 a pesar de las objeciones de su contraparte alemana occidental.

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El escudo de la AFA germano-oriental

La falta de apoyo oficial del estado era un inconveniente, pero eso a la gente le valía demasiada mondá porque el fútbol en Alemania Oriental era tan popular y amado como en la Occidental. La afición no dejó de seguir el fútbol en sus ciudades a pesar que las autoridades disolvieron los viejos clubes de la preguerra por «ser burgueses«; los organismos del partido los reconvirtieron en clubes multideportivos asociados a organismos estatales (los trabajadores del acero, los laboratorios químicos, hasta la policía… allá no se podía cantar libremente eso de «Die Polizei siempre va / para las canchas con Die Nazional) o los trasladaban sin más a otras ciudades que no tenían nada que ver con el club original. Pero, como dijimos, la fiebre por el fútbol no murió. Se dieron casos como el del viejo SC Dresden – fue fundado en 1898 –  al que las autoridades comunistas reconvirtieron en el SG Friedrichstadt; en la liga de 1950 se enfrentaban de locales en la última fecha contra un engendro llamado Zwickau, invento nuevo de las autoridades comunistas con la fusión de tres equipos. en un partido que en la práctica decidía al campeón del año. A los hinchas del viejo SC Dresde no les importó el cambio de nombre y fueron en masa a llenar las 60,000 localidades del estadio y hacer el aguante con su amado club con cánticos como «Dresden es de su gentën«. Pero a los jerarcas naz… digo, comunistas no les gustaba la idea de ver campeón a un equipo «burgués» sobre uno creado por ellos, así que instruyeron al árbitro para que dejara pegar a los muchachos del Zwickau. Fue tan alevoso el asunto que el respetable invadió la cancha escandalizado por los favores arbitrales y agredió a los jugadores rivales en un mierdero que a la policía le costó bastante sofocar. En el Friedrichstadt quemaba sus últimos cartuchos como delantero un tal Helmut Schön, nativo de la ciudad y que ese mismo año escapó al oeste para iniciar una gloriosa carrera como entrenador…

Ahora hablemos de la selección: el equipo representativo de la RDA comenzó a jugar como seleccionado de fútbol en 1952 luciendo orgullosamente su uniforme blanco y azul. Si a esta altura se preguntan por qué carajos era azul oscuro el uniforme del seleccionado de la RDA ya les tenemos respuesta: el color es el mismo de las camisas del FDJ – el movimiento juvenil de la Alemania comunista -, que reguló todas las actividades deportivas al principio de la postguerra. El FDJ (algo así como Juventud alemana libre) a su vez escogió el azul para desligarse del rojo y pardo de los uniformes deportivos nazis. Seguimos: la RDA debutó en eliminatorias para el Mundial de 1958 compartiendo grupo con Gales y Checoslovaquia. Terminaron de últimos esa edición y la siguiente (detrás de Hungría y Holanda). Para el 66 y el 70 al menos ya no quedó de última en su grupo, pero igual: no les alcanzaba para clasificar.

Zentralbild 1.8.1956 Luftaufnahme vom neuerbauten Zentralstadion der Deutschen Hochschule für Körperkultur und Sport in Leipzig. (Leipzig: Bruno-Plache-Stadion)

El Zentralstadion de Leipzig (el que estaban construyendo en la foto de arriba) en 1956. Hoy se llama Red Bull Arena y está techado y lindo. Puta, triunfó el capitalismo…

Pero para el mundial de 1974 los alemanes orientales contaban con un equipo mucho más competitivo, con jugadores como el portero Jürgen Croy, el defensa Bernd Bransch o los delanteros Jürgen Sparwasser y Joachim Streich. De hecho los 70 fueron años dorados para el fútbol de la Alemania Marxista-Onanista (?); el equipo olímpico ganó el bronce en el 72 – con victoria sobre Alemania Federal incluída – y el oro en el 76 y el FC Magdeburg quedó campeón de la Recopa del 74. El azar los emparejó en el grupo 4 de eliminatorias europeas con Rumania, Finlandia y Albania; los rumanos eran los favoritos para pasar más que todo por su experiencia y la horripilantez de sus rivales, pero comenzaron con un inesperado traspié al empatar en su visita a Helsinski. Vinieron después dos victorias de Alemania Oriental ante Finlandia (5-0 en Dresde) y Albania (2-0 en Magdeburgo) para generarle preguntas a los de la tierra de Vlad Dracul. así que el siguiente encuentro entre ambos, en Bucarest, era clave para ver si los rumanos remontaban o los germano-marxistas despegaban. Y hubiera terminado en un empate excelente para los de azul si el habitual portero suplente Wolfgang Blochwitz – ese día atajó por lesión, o reeducación del titular Jürgen Croy – no hubiese cometido este tremendo cagadón que terminó en gol de Florea Dumitrache para el 1-0 final que emparejaba todo.

Pero los alemanes orientales seguían con la ventaja de depender de sí mismos y no desaprovecharon la oportunidá: 5-1 visitando a Finlandia (gol de chilena incluído), un 2-0 decisivo de local ante Rumania y un 4-1 contra Albania afuera les dio la inesperada y primera clasificación mundialista al terminar de primera del grupo por un punto encima de los rumanos. Sí, el punto que perdieron estos en la primera fecha… El partido clave de esas eliminatorias fue el 2-0 ante Rumania. El partido se jugó en el Zentralstadion de Lepizig, que se llenó de 77,000 lavados de cerebro apoyando con fervor a su selección. Los goles del partido harían morir de un orgasmo táctico al Doc: ambos fueron del capitán Bernd Bransch aprovechando la segunda jugada en sendos tiros libres (el primero un indirecto dentro del área, el segundo fuera). Total que la clasificación fue para los del paraíso de obreros y campesinos por primera vez en su historia, y todos felices, hasta los miembros del Politburó.

«Si en mi lápida dijera «Hamburgo, 22 de Junio de 1974» todo el mundo sabría que yo estoy enterrado allí». ¿Quién dijo eso, quién?

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Este señor con cara de líder de secta fundamentalista gringa es el técnico de la RDA en 1974, Georg Buschner (Fuente)

No deja de ser una ironía que la única fase final de un mundial a la que asistió la RDA fue a) en la RFA; b) en el evento en el que comenzó la hipercomercialización y la entregada del culo a las grandes marcas y multinacionales de los mundiales de fútbol. Los alemanes orientales llegaron silbando bajito en medio de peleas e intrigas comerciales y por los premios entre equipos como Escocia, Holanda y la propia Alemania Occidental para disputar la primera fase contra Chile, Australia y (oh, casualidad) los locales. La afición dentro de la RDA multicamiseteaba (?) con ambas selecciones por obvias razones de identificación con la nación matriz: el legendario Sepp Maier recordó «Cuando nuestro equipo viajaba desde [la concentración] hacia Berlín teníamos que pasar a través de la RDA (…) La gente en las calles ondeaba banderas alemanas, no las de la RDA. Ellos nos hacían señales de apoyo, a pesar que de hecho eran oponentes en nuestro grupo». Supongo entonces que los hinchas sintieron doble felicidad con los resultados de la primera fecha del grupo, que terminaron en una pálida victoria de los occidentales contra Chile y un triunfo por 2-0 de los orientales contra Australia. El siguiente partido de la RDA terminó en un empate más amargo que los chilenos a los que enfrentaron, porque a pesar de atacar todo el partido y de cagar a disparos a los australes, el juego terminó en un 1-1 que aún no les daba la clasificación a siguiente ronda.

Y llegó el último partido del grupo, contra Alemania Occidental: el choque de dos mundos. El enfrentamiento entre dos ideologías. El Este vs el Oeste. El ser un digno limitado vs el ser un corrupto lujoso. Cuando se dio el pitazo inicial ambas selecciones estaban ya clasificadas merced al empate previo entre Chile y Australia (en ese mundial aún se jugaba la última fecha del grupo en horarios distintos), pero no importaba porque el partido estaba teñido de mucha carga emotiva per se. Para el entrenador alemán occidental Helmut Schön el juego era especial por su pasado en el Este y su huída del país, y quería ganarlo sí o sí. Para el seleccionado alemán local era la oportunidad de rehacerse de su pobre inicio de campeonato. Mucha motivación, pero al final los que celebraron fueron los de la Alemania Democrática gracias a un gol del delantero Jürgen Sparwasser al minuto 77 al aprovechar un balonazo quirúrgicamente colocado por Erich Hamman:

El Kái$er Franz Beckenbauer estrechando la mano de Barney Gómez (Fuente)

Ma za zo. Recuerda el autor del gol: «El estadio estaba en total silencio. Nuestros 2,000 hinchas hacían ruido por 10,000 (…). Habíamos golpeado al enemigo donde más les dolía». Y sí: fue un golpe tremendo que remeció en lo más profundo al equipo alemán occidental y a la afición. Y al técnico Schön, que sufrió una crisis nerviosa que lo postró en su habitación dos días y de la que fue rescatado por el virtual dueño del equipo, el Káiser Beckenbauer. Al final les convino a los occidentales la derrota, pues no solo los hizo auto-cuestionarse varios aspectos tácticos y de confección de nómina sino que evitó que enfrentaran en la segunda ronda a Brasil y Holanda. Para los orientales, en cambio, fue una victoria inesperada que se marcó a fuego para siempre en los recuerdos de ambos lados de la frontera. Tanto que Sparwasser declaró esa frase de arriba: que si en su tumba escribieran «Hamburgo, 22 de Junio de 1974″ todos sabrían quién es el muerto. Al menos en Alemania, digo, por estos lares quién sabe…

Total que los muchachos de la RDA clasificaron a segunda ronda acompañados a todas partes de los 2,000 hinchas que mencionó Sparwasser. Y ojo que no eran contratados ni actores como los de Corea del Norte en 2010: eran ciudadanos de la RDA, fieles e intachables miembros del partido que fueron autorizados a viajar por la certeza que no iban a dejarse contaminar del gusano capitalista y del modo de vida pequeño burgués (?). Pero a pesar del esfuerzo y la enjundia y el sacrificio y el trabajo colectivo la segunda ronda fue mucho para ellos: las derrotas 1-0 ante Brasil y 2-0 ante Holanda los dejaron eliminados anticipadamente. Su último partido por mundiales de fútbol fue un 1-1 contra Argentina, entretenido como casi todos esos partidos en los que ambos no tienen nada que perder.

Para las eliminatorias del 78 los alemanes orientales quedaron fuera por muy poco: terminaron de segundos detrás de Austria a solo un punto (les tuvo que doler en el alma el empate en Dresde contra Turquía en su debut). Para el 82 los masacró sin piedad Polonia y para el 86 volvieron a quedar fuera por un punto de los lugares obtenidos por Francia y Bulgaria. La RDA jugó su último torneo oficial en las eliminatorias al Mundial de 1990, que jugó en su mayoría con el ojo puesto en los cambios políticos del país. Completaron su último partido el 15 de Noviembre de 1989 en la derrota 3-0 ante Austria en Viena, que se jugó menos de una semana después de la caída del Muro de Berlín (!).

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Treeemendo lo que salía el muchacho del piso en las fotos de los goles (Fuente)

Historias de Semivirgos y Debutadores – Vol VI: Zaire en 1974

Continuamos reseñando el andar mundialista de esas selecciones horribles que nunca cogen pero que pueden contar que «una vez salí con una hembra terrible….«. Esta vez hablaremos de la curiosa, accidentada y de algún modo triste historia de Zaire (el país que es hoy República Democrática del Congo) en el Mundial de 1974.

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Zaire peleando contra Brasil y el destino (Fuente)

 La historia de Zaire. O sea, la República Democrática del Congo… bueno, de esos…

Momento y nos geoposicionamos (?) primero: la región de El Congo es un área selvática del África Central, muy rica en recursos naturales y enmarcada dentro de la cuenca del río del mismo nombre. Incluye lo que hoy es Camerún, la República Centroafricana, la República Democrática del Congo, la República del Congo (no, no estoy repitiendo), GabónGuinea Ecuatorial. Ya desde finales del Siglo XV los europeos descubrieron a esta región como fuente de recursos de todo tipo, sobre todo marfil, caucho y – puta madre – esclavos. Para finales del Siglo XIX, en plena carrera imperialista por África, la zona estaba en disputa entre franceses, portugueses y británicos cuando se apareció en el área de manera fantasmal (?) el rey Leopoldo II de Bélgica, para proponer la creación de un estado con fines filantrópicos y de promoción de la civilización en la región del Congo. ¿Y quién iba a manejar ese estado? ¡Pues Leopoldo, marica, quién más!

Después de años de diplomacia, intrigas, fuerte lobby a favor y la ayuda de Monsieur Le Billetin, finalmente el rey belga logró en 1885 la aprobación de todas las potencias para de la creación del Estado Libre de Congo, territorio de más de 2 millones de Km cuadrados que pasarían a ser propiedad directa del rey. Ojo: no de Bélgica: propiedad del rey; así como un rico comprando una hacienda, la extensa región se convertiría en dominio personal del soberano. Todo se vendió como una operación de fines exclusivamente filantrópicos, de investigación y de progreso, pero resultó en una brutal carnicería y en un reino del terror que exterminó a la población local, dejó miles de damnificados y solo sirvió para beneficiar a Leopoldo y sus parceros. Qué partida de hijos de la gran puta. La región pasó a ser formalmente colonia de Bélgica en 1908 y lo siguió siendo hasta 1960, año en que se independizó como Congo en medio de un fenomenal mierdero ocasionado por la falta de experiencia de los locales en asuntos de gobierno. Finalmente, en 1965 llegó al poder Joseph Mobutu, antiguo sargento colonial y ferviente cristiano y que se mantuvo con sus oraciones a la Virgen María y a la CIA hasta que ambos le soltaron la mano en 1997. Bueno, el caso es que Mobutu se afiebró por la identidad nacional y promulgó una serie de medidas para reafirmar las raíces autóctonas por sobre la influencia europea; y entre otras renombró el país en 1971 oficialmente como República de Zaire. Este nombre se mantuvo hasta 1997, año en el que el país cambió su denominacíón oficial a Pepsi patrocina a República Democrática del Congo.

Zaire

Muy grossa sí era, la bandera de Zaire

Es por esto que hablamos en este post de Zaire, y no de Congo. Bueno, ahora sí, sigamos.

El fútbol en Cong… digo, en Zaire se comenzó a practicar fuertemente desde la colonia: de hecho la AFA congolesa se fundó en 1919 y muchos de sus clubes de hoy existen desde antes de la independencia del país (el querido TP Mazembe se fundó en 1939, por ejemplo). Como selección nacional jugaron su primer partido oficial en 1963 (victoria 6-0 a Mauritania) y tuvieron un progreso tan rápido que ya en 1968 ganaron la Copa Africana de Naciones disputada en Etiopía. Para 1970 no participaron porque la FIFA no aceptó su inscripción – no pudimos encontrar el porqué -, pero se prepararon con todo para lograr una histórica clasificación para el Mundial de 1974. Y desde este punto comienzan a verse los paralelos entre la historia de los zaireños con la de los haitianos en el mismo mundial: comenzando por el fuerte apoyo que le dio a su selección el corrupto y autoritario dictador del país. Mobutu también se pegó de la teta negra (?) de Los Leopardos y explotó ostentosamente sus victorias para mejorar su imagen. El dictador puso de su propio dinero (o el del Tesoro Nacional, total era lo mismo) para profesionalizar la práctica del deporte, se trajo entrenadores extranjeros – entre ellos el que los clasificó y dirigió en 1974, el yugoslavo Blagoje Vidinic – y permitió por un tiempo que sus jugadores se foguearan en clubes de la otrora metrópoli.

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La nómina de Zaire en la Copa Africana de 1974, disputada tres meses antes del Mundial. Nótese la talla del portero de arriba a la izquierda, ahora la volveremos a mencionar…

La clasificación de Zaire al Mundial de 1974 comenzó con una parida serie ante Camerún, que vencieron en triple partido (derrota y victoria 1-0 de visitante y local, y triunfo 2-0 en el juego de desempate disputado en la misma capital de Zaire (!!)), y otra sin demasiados sustos ante Ghana. Después de esto vino la ronda final ante Zambia y Marruecos en la que eran amplios favoritos los norafricanos (que dejaron buenas impresiones en México 70). Pero estos comenzaron mal perdiendo en Zambia 4-0, y Zaire se aprovechó para treparse en la cima del grupo ganándole a los Chipolopolo en sus dos partidos. Los marroquíes se repusieron al ganarle a Zambia, pero llegaban a su visita a Zaire el 9 de Diciembre de 1973 en Kinshasa con la total obligación de ganar, so pena (?) de quedar eliminados anticipadamente del Mundial. Pero esa tarde, ante una multitud de 20,000 tipos apeñuscados adentro y afuera de un estadio con capacidad para 8,000 (!!!), Zaire derrotó 3-0 a Marruecos y se clasificó por primera vez en su historia a un mundial de fútbol. El partido estuvo plagado de hechos irregulares: las crónicas del juego hablan de juego brusco de los locales que no fue reprimido por el juez (una crónica dice por ejemplo «Morocco’s key midfielder Ahmed Faras had been kicked to such an extent he was unable to continue» que traduce «al árabe lo cagaron a patadas»), o la invalidez del primer gol por supuesta falta al arquero marroquí. La Federación de Fútbol de Marruecos protestó oficialmente por lo que consideraron arbitraje parcializado del juez Néstor Pitanga (?) y renunció a jugar la vuelta aduciendo falta de garantías. Igual el partido no servía para nada: Zaire ya estaba clasificado al Mundial.

Las protestas de la Federación Marroquí no conmovieron a los cinco gordos africanos

Los zaireños estaban exultantes, y más aún cuando reafirmaron su buen momentaaaa ganando su segunda Copa Africana de Naciones, disputada tres meses antes del Mundial de Alemania. Acá abajo va un extracto de los goles de Zaire ante Egipto, en donde asombra ver la terrible paja para la presión al contrario de esos lados / esos tiempos. El caso es que Zaire era el rey de África y los futbolistas eran el orgullo de su nación. Mobutu les hizo regalos a cada jugador y los mimó tanto que tuvo que regalarles lo mismo a sus generales para que no estos no estuvieran celosos (!) (fuente).

El sorteo del Mundial de 1974 encajó a Zaire en un grupo jodidísimo: la todopoderosa Brasil y los durísimos europeos Yugoslavia y Escocia. El objetivo de clasificar se veía más lejano que la salida al mar de Bolivia, pero confiaban en alcanzar la categoría siquiera de «equipo digno» (la siguiente por encima de «equipo simpático»). El debut fue un 14 de Junio de 1974 en Dortmund ante una Escocia llena de figurones de la liga inglesa (Dennis Law, Kenny Dalglish, Bill Bremner, Joe Jordan), en un estadio semivacío ocupado solo por escoceses ebrios y alemanes sin ni mierda que hacer. El resultado final fue un respetable 2-0 (goles de Lorimer y Jordan, atención a las celebraciones tan gay de esos tiempos) que en todos lados lees hoy como «una sorpresa«, «un buen resultado«, «le opusieron más resistencia de la esperada«, pero que si miras las acciones del partido te das cuenta que no terminó en goleada simplemente porque ese día los escoceses dejaron la puntería en Aberdeen. Fue un festival de goles errados por los escoceses; por otro lado la ingenuidad y falta de conceptos de los africanos era ACSOLUTA, y aparte tenían menos ductilidad que la costura que evita que se le caigan a uno los huevos. Las únicas esperanzas para hacer partido eran rezar, confiar en su portero Mwamba Kazadi y aprovechar su velocidad y potencia para hacer algo en ataque. De hecho, ese partido sorprendieron un par de veces a los escoceses, pero los británicos se devoraron no menos de ocho ocasiones de gol cantadas.

Aquí es donde comienzan las leyendas fáciles, las versiones que hoy ya no se pueden comprobar. Hay algún reporte que menciona que los escoceses en medio de su desesperación, se dedicaron a putear a los zaireños diciéndoles «negros» (supongo que «niggers») y hasta escupiéndolos. Pero esto no se ve en el partido, o al menos si pasó se nos ídem. Lo curioso es que estas historias y otras más salieron a la luz muchos años después de acontecidas, y nada se ventiló por esos días… Cuatro días después vino el segundo partido, en Gelsenkirchen contra Yugoslavia, que terminó en una terrible masacre: 9-0 con baile, restregada y revoleada de dedo que dejó la sensación que los muchachos de Zaire tenían menos nivel que los chismes de la farándula peruana. El partido estuvo lleno de perlas, como la llamativa falta de reacción del portero titular – y una de las figuras contra Escocia – Mwamba Kazadi en los dos primeros goles; su incinerada posterior cuando lo cambiaron a los 21 minutos (!) por el portero suplente de 1.68 m de altura Ndimbi Tubilandu (el de la foto de más arriba); la mortandad total y desubicación de una defensa zaireña que concedía más ventajas que Banfield a Boca en una negociación. Todo fue bizarro, coronado por la falta de piedad de los yugoslavos que hicieron nueve pero bien pudieron hacer tres más. Acá abajo está el match.

Años después algunos de los implicados por Zaire en LMDG (?) rodaron la versión que, en realidad, el equipo entró a la cancha desmotivado y distraído porque horas antes del cotejo se enteraron que no les iban a entregar los premios prometidos por clasificar al Mundial, y que algunos de ellos no querían siquiera jugar el partido. Para este servidor eso suena a excusa para justificar la muertez propia: miras el video el 2-0 de Escocia y del 9-0 y no encuentras mucha diferencia en el horrible nivel de los zaireños, salvo el tema del portero. La diferencia estuvo en quién tuvieron al frente: los yugoslavos tocaban más que Slayer y se dedicaron a llegar de manera más precisa, lujosa y contundente. De pronto la reacción de los arqueros fue terrible en varios de los tantos, pero tengamos en cuenta que estos mismos salvaron al menos cuatro goles más. Y que si fuera por falta de ganas, Zaire no hubiera siquiera tenido las dos o más ocasiones de gol que botaron por horribles. Pasa que las historias de «pobre equipo sufrido de tercer mundo y engañado por sus corruptos dirigentes» vende bastante, y de paso sirve para tapar la horribilidad propia.

Y el último partido fue contra Brasil, y este también tiene sus historias. La más divulgada apunta a que supuestamente el propio dictador mandó a amenazar a sus jugadores vía telefax (?) diciendo que lo de Yugoslavia había sido una vergüenza (bueno, ahí sí +1), y que si perdían por más de 3 goles que ni volvieran a su casa. Ahora, como los partidos entre Brasil, Escocia y Yugoslavia quedaron todos empatados, al Scratch le bastaba solo con ganar 3-0 para pasar de ronda (dejaban afuera a los escoceses), y bueno, precisamente así quedó el cotejo. Brasil fue una tromba los 90 minutos, pero por el mismo desespero (recién hizo el 2-0 a los 66 minutos y el 3-0 a los 79 con regalito del arquero incluido) se devoró bajita la mano como diez goles ante una casi infantil oposición zaireña. Pero el partido se recuerda sobre todo por LA jugada famosa del tiro libre…

…cuyo autor fue el defensor Mwepu Ilunga y que fue así: Brasil tuvo un tiro libre a favor y, con la pelota quieta esperando a ser cobrada, se baja (?) uno de la barrera y revolea el balón a la mierda. Jugada descolocadísima que hizo cagar de risa a Der Respetablën y que siempre sale a relucir en el recuento de los momentos bizarros de los mundiales. ¿Qué putas fue eso? Acá también hay muchas versiones por interné, que son gratis y cualquiera compra: según unos Mwepu estaba aterrorizado por las amenazas de su dictador y reaccionó desesperado por la inminencia del gol (mmmmhmmhhmhshshmmm…); según otras versiones Mweupu honestamente revoleó el balón porque pensaba que estaba permitido, pues los belgas así se lo habían enseñado. Otras dicen hasta que el jugador lo hizo para que lo expulsaran; lo cierto es que se ganó su amarilla y su sitio en el Libro de Burradas Mundialistas.

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Que se ganó su sitio en la historia, se lo ganó…

Con los resultados que logró en sus tres partidos, a Zaire no le alcanzó para clasificar (?) y volvió a su casa en medio de la indiferencia y/o el oprobio general. Los regalos prometidos nunca llegaron y tampoco la oportunidad de recibirlos: nunca más volvieron a clasificar a copas del mundo hasta el sol de hoy.

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Corrupción, magia negra y la fiesta del fútbol (?): Haití en el Mundial 1974 / Historias de semivirgos y debutadores en Mundiales Vol V

Si, de hace unos años para acá el fútbol se parece cada vez más a un reporte de alfombra roja de E! Entertainment Television. Pero también toda la vida el fútbol ha sido protagonista de historias que harían palidecer de repulsión y miedo a los redactores de Crónica. La única clasificación de Haití a Mundiales de Fútbol en 1974, tiene tanta mugre y bizarrez encima y alrededor que vale la pena contarla (y leerla, putos), para conformar el Vol V de vuestra saga (?) Historias de Semivirgos y debutadores en Mundiales.

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El gran Manno Sanon saludando a Dino Zoff post debut mundialista de ambos en 1974

Hablen de Haití, sudamericanos putos

Nos informa nuestro datero John Jairo Svenssön que la selección de fútbol de Haití tiene sus años de historia: jugó su primer partido internacional en 1925 (derrota ante Jamaica) y hasta participó de las eliminatorias al Mundial de 1934 (donde fueron rápidamente borrados por Cuba). Esto como para que le den la trascendencia que se merece el amistoso de la selección del Diego contra ellos en 2010 (?). Luego de esa experiencia de 1934, volverían a disputar eliminatorias recién en 1954 (4 PJ – 0 PG – 0 PE – 4 PP) y de ahí otro hiato hasta volver a jugar en 1970. Fue en este último año en que por primera vez dejaron de dar tanta lástima y llegaron hasta la final continental: en primera ronda le tocó contra Guatemala, Trinidad y Tobago y eliminó a las tres (perdón). luego se bajó a Estados Unidos en la segunda y en la final por el otro cupo de la Concacaf al Mundial (además del local México) perdieron contra los muertos de El Salvador – que venían de eliminar a Honduras en la famosa serie que se identificó con la guerra entre ambos – en tres partidos. Muy cerca quedaron, pero nop.

Ahora, ¿qué pasó entre 1954 y 1970 que levantó el fútbol haitiano de manera tan notoria? Fundamentalmente dos cosas: 1) que apareció una buena generación de futbolistas en el país, algunos de los cuales serían la base del equipo del 74 y 2) Papa Doc. El país estaba gobernado desde 1957 por el siniestro François «Papa Doc» Duvalier, médico de formación (de ahí el apodo) y que mandaba a punta de sangre, terror, magia negra y corrupción en el país más pobre de América. Él fue el creador en 1959 de los temibles Tontons Macoutes (algo así como «Los Ropavejeros» o «Los viejos del saco«: eso con que amenazan las mamás a los hijos que se los van a llevar si se portan mal), una milicia paramilitar que torturaba, mataba y desaparecía a opositores y a la población en general, y que tenía como costumbre dejar las cabezas de sus víctimas primorosamente instaladas en sitios públicos. Papa Doc se autoproclamó «presidente vitalicio» en unas elecciones en 1964, en las que hubo 1´320.000 votos a favor y 3.000 en contra (!), y exaltó desde siempre el vudú como religión para los haitianos: tanto que no solo se proclamó hougan (sacerdote vudú), sino que usó para el público la imagen de una de las deidades de los muertos y de los cementerios. Un personaje…

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Papa Doc vestido a la usanza del Baron Samedi, una siniestra deidad del vudú. Quería que la gente lo relacionara con él. Y uno que se queja del presidente que le tocó! (Fuente)

En este punto se preguntarán qué putas tiene que ver Papa Doc con este post. Pasa que el tipo era humano y por ende seguidor fiel del fútbol mundial. Y cuando se dio cuenta del potencial de la nueva generación de futbolistas haitianos de finales de los 60, comenzó a apoyar al seleccionado («apoyar» = «poner billete»). Lo cual le representaría «pan + circo» en su manejo con una población fustigada por la miseria y la represión (bue, lo del «pan» no) y aparte le ayudaría a tener una alegría sincera en su viejo corazón (?). Así fue que mejoraron las condiciones de entrenamiento, alimentación y viajes de la selección haitiana, lo que tuvo obviamente un efecto positivo en los jugadores. Aquí cedemos la palabra (?) al jugador de los 60 Roger St. Vil: «(…) dondequiera que jugáramos con un rival del Caribe, nos alojábamos en buenos hoteles y nos alimentábamos bien (uoffff, imagínate cómo vivían…). Muchos de nosotros veníamos de familias pobres, y Francois Duvalier trajo brillo a nuestras vidas. Para nosotros, él era el dador de vida, un rayo de esperanza y hubiéramos hecho cualquier cosa por él» (fuente). Gracias, Roger. Como sucedió en circunstancias similares, los jugadores o tenían el cerebro lavado, o preferían hacerse los pelotudos ante el lado siniestro de su benefactor.

El dictador se murió en 1971 sin ver cumplido su sueño de ver a su selección en un Mundial, y lo sucedió su hijo de 19 años, Jean-Claude Duvalier, apodado, con la misma imaginación de relator de fútbol, Bébé Doc. El nuevo dictador relajó un poco (un poco no más) el puño cerrado sobre la población local, tal vez temeroso que la CIA lo reemplazara por otro titere. Pero Bébé Doc también era seguidor de fútbol, y no solo continuó sino que incrementó el apoyo a la selección nacional: remodeló el viejo estadio Sylvio Cator de Port-Au Prince, construyó sedes olímpicas y apoyó económicamente a los jugadores de la selección. Todo en un ambiente cheverón (?) pero que en el fondo inspiraba el temor cerval de sentirse parte del entramado de terror del regimen; como dijo un jugador muchos años después: «Él tenía claro que era su equipo, y que era su dinero lo que nos tenía donde estábamos. (…) Algunos de les pibés (?) sentían que era muy peligroso tener tan cerca del equipo a Jean Claude. Aunque era joven, él era algo así como un padre protector de los de antes: que nos daba vida, pero que también nos podía castigar si quería».

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Bébé Doc tratando de entender la regla del fuera de lugar

La eliminatoria de la Concacaf para el Mundial de Alemania (en esos tiempos el cupo al Mundial se otorgaba al campeón del torneo continental) comenzaría en 1972. Les Grenadiers tenía buena nómina al menos a nivel centroamericano en general, pero los dos que de verdá-verdá movían al equipo y alcanzaban una dimensión superior a los otros eran estos de abajo: Phillipe Vorbe, el único blanco del equipo (sí, nació en Haití), volante ofensivo de muchísima técnica, y sobre todo Emmanuel «Manno» Sanon, el mejor deportista haitiano de toda la historia y máximo goleador de su selección, un delantero potente y hábil que tranquilamente podía haber jugado en cualquier club europeo. Ambos se entendían bastante bien en el campo, y conformaban la esperanza de clasificar para la selección dirigida por el italiano Ettore Trevisan. La tuvieron fácil al comienzo, eliminando en Abril a Puerto Rico en doble partido 7-0 y 5-0 (Sanon metió seis goles en total). Y para más alegría, la Concacaf designó a Haití como la sede del Hexagonal Final a celebrarse en Noviembre y Diciembre de 1973, en la que iban a participar por el único cupo mundialista continental los locales, Trinidad y Tobago, Honduras, Guatemala, Antillas Holandesas (que clasificaron a la final por el retiro de Jamaica) y la ultrafavorita y poderosa continental México.

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Siempre es lindo ver eliminados del mundial a los mexicanos… lástima que ya no pase…

El ambiente en Haití para la fase final del campeonato de la Concacaf en 1973 era una locura, una farra total, un carnaval de vivos y no-muertos (?). La población se olvidó de su miseria temporalmente para seguir con fervor a su selección; Jean Austin, un jugador de esa época recordó después que «esas tres semanas fueron las más increíbles que recuerdo en Port-Au-Prince. Después de cada victoria en el torneo había carnavales en las calles, y todo el país virtualmente se paralizó«. Con ese ambiente de expectativa y nervios y cagazo y putos mexicanos de mierda (?), comenzó el torneo un 29 de Noviembre en un estadio Sylvio Cator repleto con 30,000 locales hambrientos (no pun intended) de victoria que fustigaban constantemente al rival. Las crónicas hablan que el respetable en Port-Au-Prince era uno de los más ásperos del Caribe: todo el público se la pasaba los 90 minutos puteando, gritando con megáfonos, insultando, amenazando a rivales dentro y fuera del estadio, con brujos conjurando espíritus y tirándole hechizos al rival (en serio) y arrojando objetos de naturaleza indeterminada a la cancha. Para acabar de completar el aguante (?), en la tribuna habían esbirros del gobierno cuya única función era incitar al público a que gritara más y más; al que veían muy pasivo se le acercaban para sugerirle que se moviera y gritara, carajo, que esto es Haití. El ambiente era, utilizando palabras del gran Manno Sanon, tóxico.

La primera jornada se saldó con las previsibles victorias de Haití sobre Antillas Holandesas, Honduras sobre Trinidad y Tobago, y un sorpresivo empate a cero entre México y Guatemala. Casi todo normal. Pero el Haití – Trinidad y Tobago de la segunda fecha fue un atraco a mano armada: Haití ganó por 2-1 en un juego anómalo en el que entre el árbitro salvadoreño José Henríquez y el juez de línea canadiense James Higuet anularon cuatro goles (cua-tro) a Trinidad y Tobago, además de no concederle dos penales claros. Este episodio, que aún le duele feo a los aficionados triniteños, fue tan flagrantemente obvio que la FIFA suspendió de por vida a los dos delincuentes de negro. Un asunto demasiado sucio que apestaba fuertemente a sobornos por parte de la gente de Bébé Doc. Nada de eso les importó a los locales, que se aseguraron el cupo a Alemania 74 con otras dos victorias ante Honduras y Guatemala y no le importó perder en la última fecha contra la ya eliminada México. Clasificación lograda por el poder de la mejor generación de futbolistas haitianos de la historia y con la insuperable ayuda de Monsieur Le Billetin.

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La selección haitiana en un entrenamiento. Sanon es el negro.

Bueno, ¿y qué pasó con los todopoderosos mexicanos? Los recuerdos de ex-jugadores coinciden en señalar que aparte de desorganización administrativa, hubo un exceso de confianza en los manitos combinado con otros factores entre los cuales no se puede descartar la muertez de los jugadores. Viajaron a Haití con un plantel en el que sobresalía el famoso ídolo del Chavo Enrique Borja, además de otros créditos locales (?) como Octavio «Centavo» Mucino, Javier «Kalimán» (!!!!) Guzmán, Jose de Jesús «Cocodrilo« (!!!) Valdez, Guillermo «Campeón« (??) Hernández. Comenzaron el torneo más sobradores que porteño cuarentón en el extranjero ennoviado con una modelo (?), pero en las dos primera fechas se complicaron solitos la vida con dos impensados empates ante Guatemala y Honduras. En la tercera fecha se desquitaron con un 8-0 a Antillas Holandesas, lo que los colocaba en posición de clasificar al mundial si lograban dos victorias ante Trinidad y Tobago y Haití. Días antes del partido contra Trinidad y Tobago, los delegados haitianos invitaron a la delegación mexicana a un tour turístico que hizo énfasis en – INOCENTEMENTE, ¿¡EHHH!?, ¡AHH QUÉ CASUALIDAD! – varias destilerías de ron (!), de las cuales salió toda la delegación yanquilieber cargada de botellas y recuerdos etílicos. El resultado fue que unos días después encajaron un terrible 0-4 ante Trinidad y Tobago, que combinado con la victoria haitiana el día anterior los dejó eliminados de un mundial por primera vez desde 1934. La selección mexicana volvió a su casa en medio de la decepción y el puterío: los inspectores aduaneros del aeropuerto mexicano denunciaron que los jugadores venían cargados de paquetes y contrabando,»Parecen una delegación comercial y no un equipo de fútbol», dijo amargamente un agente en la aduana. Me imagino que si hubieran clasificado ahí si se las celebraban: «Mira nada más cómo son de vivos estos cabrones! Viva México!»

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Un técnico recursivo hubiera puesto a los jugadores mexicanos a verse esta película

La aventura en el Mundial: otro con el rótulo «equipo digno»

La historia de Haití en el Mundial 74 es más conocida. A tierras alemanas llegaron con toda la ilusión y con nuevo técnico: al italiano Trevisan lo eyectaron (después alegaría que lo despidieron por blanco… ) y fue reemplazado por el DT local Antoine Tassy. El nuevo DT era un señor pintoresco que alguna vez, descontento por lo que interpretó como indiferencia de sus dirigidos en un partido preparatorio antes del Mundial, los recriminó en el vestuario reforzando sus argumentos con varios disparos sobre las cabezas de los jugadores (!!!!). En el debut contra los italianos aguantaron el vendaval azzurro del primer tiempo, y comenzando el segundo sorprendieron a todo el mundo con un golazo de Sanon a un pase pibevalderramesco de Vorbe (gol que le quitó un invicto internacional a Dino Zoff de más de 1,100 minutos). Después los italianos terminaron ganando 3-1, pero en general Les Granadiers dejaron buen sabor en el debut.

Pero todo se desdibujó antes del segundo partido: el volante Ernst Jean Joseph dio positivo en un control anti-doping convirtiéndose en el primer jugador expulsado por dicha razón en todos los mundiales. El pobre Joseph alegó inocencia (dijo que había tomado unas pastillas para el asma) pero no le sirvió: en medio de la concentración haitiana llegaron oficiales/delegados del regimen de Bébé Doc, lo sacaron a empellones delante de todo el equipo y se lo llevaron a rastras fuera de las instalaciones. De ahí se llevaron a Joseph de regreso a su país, en donde se dice que fue torturado por los Tonton Macoutes. ¡Imagínate cómo se sentirá uno viendo como se llevan a un compañero de equipo a rastras con la seguridad que iban a torturarlo! El defensor central de ese equipo, Fritz Plantin, declaró años después: «Recuerdo la mirada venenosa en un oficial que siempre había sido todo sonrisas antes de esto (…) Pasamos la noche en vela antes del partido contra Polonia, y para ser honesto, yo solo pensaba en Ernst, no en el juego». Tal vez este suceso explique en parte el 7-0 que le empacaron los polacos a Hai7í, pero personalmente creo que con la diferencia entre ambos equipos (la delantera polaca tenía a Lato, Szarmach y Gadocha, con Deyna tirando magia más atrás) se explica solito el resultado. El cierre fue contra Argentina, previa llamada tranquilizadora de Ernst Jean Joseph a la delegación haitiana en Munich para informarles que estaba vivo (llamada ordenada por el propio Bébé Doc). Ante esta noticia tranquilizadora el equipo se motivó lo suficiente para perder solamente por 4-1 (…) (gol hecho otra vez por Sanon) y cerrar su única participación mundialista hasta hoy. Estuvieron cerca de clasificar en 1978 (quedaron segundos detrás de México en el Hexagonal Final) y desde el 82 se han convertido en The Walking Dead: ya hasta dejaron de producir buenos jugadores. Salvo, obviamente, Judelin Aveska (?).

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Los haitianos tratando con cariño a Quique Wolff, que solo atinó a gemir un «Uuuuuuh, tremeeeeeendo!»

 

Historias de semivirgos y debutadores solitarios en Mundiales – Vol IV: Irlanda del Norte en 1958

No solo se han semi-desvirgado en Mundiales seleccionados de países exóticos, con nombres impronunciables y/o llenos de negros y/o chinos patizambos (ya vengo que están tocando la puerta, si no vuelvo por favor llamen al 0800 999 2345 y dan buenas referencias mías (?)). También los países europeos tienen su cuota de selecciones históricamente ignotas, que apenas una o dos veces en su vida lograron salir de la B Metro mundial. Hoy hablaremos de una que aunque ha clasificado tres veces a Mundiales, lo ha hecho o en circunstancias particulares o de manera tan espaciada que se le volvió a cerrar el prepucio: nuestro protagonista (?) es Irlanda del Norte.

Irlanda del Norte en el Mundial de 1958

La ultratrillada frase de «Los irlandeses son los negros de Europa; los dublineses son los negros de Irlanda; los de Dublín Norte son los negros de Dublín» deja abierta la siguiente pregunta: ¿entonces, los norirlandeses qué vendrían siendo? Porque si hay gente áspera, sectaria y llena de mariconadas religiosas (?) son los muchachos de Irlanda del Norte, que como todos sabemos – y hace poco nos lo recordaron en este excelente post – vive un conflicto de muchos años que a pesar de haberse calmado bastante, sigue latente en la sociedad norirlandesa. El fútbol, como vimos, no es ajeno a este merequetengue: por ejemplo, la IFA (Irish Football Association) se fundó en 1880 por siete clubes principalmente de Belfast, en una época en que toda Irlanda pertenecía aún al Reino Unido. Lo que llama la atención es que desde su fundación hasta la separación de las dos Irlandas, el fútbol de la isla estaba fuertemente centrado en Belfast y no en Dublín, lo que habla de la fuerte influencia de los protestantes en el fútbol irlandés, o de la apatía de los católicos hacia el deporte nacido en Inglaterra. O tal vez estemos selling a lot of fruit (?), pero sí nos parece llamativo ese hecho. El debut de la selección irlandesa fue más o menos duro: derrota 13-0 (trece – cero) contra Inglaterra.

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La selección irlandesa que jugó (y perdió 3-0) en 1901 contra Inglaterra… se la tenían clavada los colonizadores…

Luego vino la separación de Irlanda en dos territorios en 1920 y el tema se complicó. Porque tras la proclamación de la República de Irlanda en 1922 (en realidad, «Irish Free State» o Estado Libre de Irlanda hasta que en 1937 tomó su actual nombre) se formó en Dublín la Football Association of Ireland (FAI), que coexistió y se autoproclamó como la entidad oficial del fútbol de la isla. Pero los chicos (?) de Belfast siguieron en lo suyo con la IFA y continuaron jugando partidos oficiales bajo el nombre de «Irlanda«. Es decir, entre 1922 y 1949 hubo dos selecciones de Irlanda que jugaron al tiempo, cada una con su propia federación y llamando a veces simultáneamente a los mismos jugadores. Pero el hecho es que la FIFA reconocía a la FAI (la de Dublin) como el ente oficial, lo que de todos modos no le importaba mucho a los rivales, que como las demás asociaciones británicas no estaba asociada al ente mundial. El asunto se resolvió para 1953, cuando la FIFA reglamentó cagonamente salomónicamente que ninguno de los dos equipos sería reconocido como «Irlanda»: el del sur sería «República de Irlanda» y el del Norte «Irlanda del Norte«, denominación con la que continúan hasta hoy. De todos modos, los partidos pre-partición (o sea, entre 1880 y 1920) se los adjudicaron en el historial a Irlanda del Norte y no a la República de Irlanda

Para 1950 y 1954 los norirlandeses no quedaron ni cerca de clasificar a los respectivos mundiales. La eliminatoria para ellos fue el Campeonato Británico de Naciones, y ahí Inglaterra y Escocia eran como Boca y River de antaño (?). Para 1958 la FIFA ya distribuyó a los equipos británicos en los diferentes grupos europeos, y ahí le tocó a Irlanda del Norte la mala leche de ser encajados con Portugal…e Italia, que se suponía iba a pasar más fácil que transferencia de un jugador de Banfield a Boca. Los norirlandeses no tenían un combazo brutal, pero sí contaban con varios de los nombres más ilustres de su historia: el arquero Harry Gregg (que jugó 9 años en el Manchester United en donde sobrevivió – y le salvó la vida a varios de sus compañeros – a la Tragedia de Munich), el volante del Tottenham Hotspur Danny Blanchflower o el delantero del Aston Villa Peter McParland. Comenzaron la eliminatoria empatando en Lisboa a un gol un 16 de Enero de 1957, a lo que siguió una 0-1 en Roma en Abril y un 3-0 a Portugal en Belfast en Mayo. Nada inesperado. El asunto es que los italianos se complicaron solitos al perder por 3-0 contra Portugal en Lisboa, lo que dejaba todo a definir en la siguiente fecha en Belfast; si los locales ganaban clasificaban al Mundial por encima de Italia. Treeeemeeendo (mode-Quique Wolff-off).

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La selección que fue al Mundial de 1958

El partido Irlanda del Norte – Italia estaba programado para el 4 de Diciembre de 1957. Esa tarde todo estaba listo para el partido crucial: el Windsor Park estaba lleno con más de 50,000 salvajes borrachos (?) expectantes. La selección local afinada con lo mejor que tenían para el partido, los italianos armados hasta los dientes y plagados de mercena… digo, oriundi (el argentino Miguel Montuori, los uruguayos héroes del Maracanazo Alcides Gigghia y Juan Schiaffino, el brasileño Dino Da Costa). Todo listo, menos el árbitro (!): el húngaro Istvan Zolt no pudo llegar a tiempo por una fuerte neblina en las islas y el juego peligraba. Los norirlandeses contactaron al árbitro inglés Arthur Ellis por si no llegaba Zolt, pero el presidente de la Federación italiana rechazó esa posibilidad (algunas fuentes dicen que no quería jugar el partido con un juez que hablara el mismo idioma que sus rivales). Total que todo apuntaba a cancelar el cotejo, pero fíjate a ver quién putas iba a salir a avisarle a 50 mil tipos turbulentos y semiembriagados que habían perdido casi todo el día, que no se iba a jugar el partido, que le avisamos cuando se jugará, que gracias y que vuelvan a sus casas en orden. Al final los delegados del juego tuvieron una ideota (?): jugar de todos modos el encuentro pero considerarlo como amistoso y reprogramar el match válido por eliminatorias para el siguiente mes.

El tema es que la mayoría del público recién se enteró del acuerdo cuando ambos equipos salieron a la cancha, y les hizo saber lo que pensaban de la decisión (muchos de los asistentes habían pedido permiso en el trabajo para poder asistir al partido) durante todo el juego, que se disputó en una atmósfera más tensa y enrarecida que el vestuario de San Lorenzo con Ramón Díaz. Los jugadores se contagiaron del ambiente y se dieron pata durante el encuentro, el público andaba azarado y se metió a la cancha al final, todo fueron discusiones, puteadas y problemas y de amistoso no tuvo un carajo. Tanto que hasta hoy se conoce el partido como «La Batalla de Belfast«. Una jugada muy recordada fue un intercambio entre el campeón del 50 Schiaffino al norirlandés Wilbur Cush, delantero y autor de varios goles claves en esta eliminatoria. El uruguayo cepilló feo al norirlandés y creo que la cagó con la decisión (?): Cush era un tipo áspero y con fama de agresivo (¡imagínate si tienes fama de agresivo en Irlanda del Norte cómo serás!) apodado «El pequeño Hombre de Hierro de Lurgan» y que después de su retiro como futbolista ingresó al cuerpo especial de la policías (!) de su tierra. La revancha del norirlandés vino al rato, cuando en otra jugada le metió a Schiaffino una patada que, según las crónicas, «made the crowd wince’» («hizo que el público gimiera de dolor«, o traducido libremente «uhhh, qué gonorrea de patada»)

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El italiano Chiapella saliendo de la cancha expulsado el día de «La Batalla de Belfast»

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El respetable público saludando a los visitantes (?)

El mierdero fue tan descomunal que hasta en el Parlamento italiano se cuestionaron si era seguro mandar a los ragazzi (?) a Belfast de nuevo para el partido definitivo. Finalmente, los italianos volvieron – en el interín le habían ganado a Portugal 3-0 en Milán – y esta vez el partido se jugó de manera oficial, un 15 de Enero de 1958 con el árbitro húngaro que originalmente iba a pitar. Y ganaron los locales con un 2-1 que marcó varios hitos: 1) clasificó al Mundial de Suecia por primera vez a Irlanda del Norte, 2) eliminó a Italia por primera y por ahora única vez en la historia de mundiales; 3) fue parte de la, hasta la fecha, única fase final de un Mundial de fútbol en que las cuatro naciones constituyentes del Reino Unido clasificaron a la vez.

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El segundo gol en el partido decisivo, por Wilbur Cush

 

En Suecia los norirlandeses hicieron el papel de «equipo digno» pero con dignidá de verdá: pasaron de la primera fase luego de ganarle 1-0 en su debut a Checoslovaquia, perder 3-1 con Argentina y empatar a dos goles con Alemania Federal (luego ganaron el desempate en su grupo contra Checoslovaquia). En cuartos los frenó Francia con un brutal 4-0 y hasta ahí les llegó la experiencia mundialista… por 24 años. Para 1982 clasificaron a España con su otra gran generación histórica de jugadores (Pat Jennings, Mal Donaghy, Sammy McIlroy, Gerry Armstrong), desplegando un fútbol voluntarioso y rústico pero efectivo (lo muestra el hecho que clasificaron al Mundial de segundos en su grupo europeo con 6 goles a favor en 8 partidos… bue…). También pasaron de primera ronda, con empates ante Yugoslavia y Honduras y una sorpresiva victoria ante la local España (ver abajo el video). Pero en cuartos otra vez se encontraron con los franceses, que de nuevo (previo a un empate a dos con Austria) los bajaron de la nube con un 4-1. Cuatro años después volvieron a mundiales, pero, ya, no hay mucho que contar…

 

Historias de semivirgos y debutadores solitarios en Mundiales – Vol III: Indias Orientales Holandesas en 1938

Gracias a la oportunidá que me dieron en partes iguales Dios y el Gordo Cucu (?) es que sigo escribiendo huevonadas en este gran sitio. Y el recibir correos como el que me llegó esta semana de un tal Rolando Farragutti de Loma Salada del Estero Seco en Córdoba, me motiva más en esta ardua labor de utilizar las horas laborales para hacer cosas de uno (?). Rolando nos agradece por esta saga épica de los Semivirgos y Debutadores Mundialistas, pues con el dato de Canadá en el Mundial de 1986 pudo levantarse a una hembra al principio reticente en un boliche de su ciudad. También ayudó que la hembra estaba borracha y semiinconsciente, pero lo más importante es el uso adecuado en el momento ídem de la información… seguimos entonces con esta serie, hablando hoy de la única selección en la historia mundialista que era oficialmente una colonia en el momento de participar: hablamos de…

Indias Orientales Holandesas en el Mundial de 1938. Disclaimer (?): NO son las Antillas Holandesas

Eso sale al googlear «Indias Orientales holandesas». Si lo recomienda Google habrá que ir a ver qué hay (?)

¡Que NO son las Antillas Holandesas, viejo! Con el nombre de Indias Orientales Holandesas (o Neerlandesas), se conocía oficialmente hasta 1949 la colonia que mantenían desde principios del Siglo XVI los Países Bajos en el territorio (islas más, islas menos) que hoy conocemos como Indonesia. Como suele suceder en estos países, el fútbol lo trajeron los representantes del país opresor: los primeros registros de partidos de fútbol en el país datan de 1887. Quisiéramos decir que a partir de ese año el deporte se hizo mucho más popular en las islas, pero la verdad no tenemos ni la más puta idea. Lo que sí sabemos según las crónicas es que el 28 de Septiembre de 1893 se fundó formalmente en la ciudad de Batavia (esa que hoy se conoce como Yakarta) el primer club, el Bataviasche Cricket-Football club Rood-Wit, conocido entre los hinchas como Der Dekännen (?) y que acostumbraban jugar el mismo día partidos de esa vaina rara que llaman cricket junto con el fútbol. Tibios… el caso es que el primer partido entre clubes locales fue en 1896, y a partir de ese año proliferaron nuevos clubes y ligas disputadas en las principales ciudades del país.

Los primeros clubes nacieron de organizaciones de europeos (holandeses o descendientes de holandeses nacidos en el país), pero con la difusión del juego aparecieron equipos fundados y asociados a las etnias nativa (indonesios javaneses y/o malayos principalmente), china y árabe. Para 1930 había un verguero de ligas locales y confederaciones que se ponían menos de acuerdo que Caruzzo con Guillermo Burdisso (imagínate los líos regionales que debe haber en un país con 17,508 islas (!)), pero entre todas se destacaban dos: la Federación de Fútbol de Indias Orientales Holandesas (o NIVB por sus siglas en holandés, posteriormente rebautizada como NIVU), manejada por europeos étnicos y la Asociación de Fútbol de Indonesia (PSSI por sus siglas en idioma indonesio), que agrupaba casi exclusivamente los equipos nativos y que es la que hoy rige los destinos de esos muertos que hoy juegan con la selección de Indonesia. Como cosa rara, la FIFA se alinearía con los blancos y reconocía solo a la europeizante NIVU como la Federación oficial del país.

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Dos clubes de las Indias Orientales Holandesas circa 1930.

Y ahora lo que nos OKUPA: para el Mundial de 1938 la FIFA recibió la inscripción de 69 federaciones nacionales de Sudamérica, Norte y Centroamérica, Europa y Asia, que en el camino fueron reduciéndose por diversos motivos (España se retiró por la Guerra Civil, Austria porque se le había deglutido Alemania, casi todas las selecciones americanas en solidaridad con la Argentina perjudicada en la elección de la sede mundialista). Por Asia se inscribieron solo dos: Japón y nuestros amigos los futuros indonesios, que como selección nacional y bajo el nombre de Indias Orientales Holandesas debutaron formamente en 1934 en una serie de partidos contra China y Filipinas y de ahí no jugaron más durante cuatro años. La FIFA igual le otorgó un cupo a Asia al ganador de las eliminatorias entre estos dos seleccionados, pero el tema fue que los agresores imperialistas nipones (?) se retiraron otorgándole automáticamente el cupo a los indonesios. Así no más, un seleccionado de una colonia y con un manojo apenas de partidos internacionales en toda su historia jugados se ganó un cupo a un Mundial de Fútbol. ¡Chúpate esa! ¡Y fueron tan de buenas esos malditos amarillos (?) que la FIFA le ofreció a Estados Unidos jugar contra ellos para que no clasificaran al Mundial sin jugar eliminatorias, y los yanquis no quisieron!

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El equipo que saltó a la cancha en Reims ese día de 1938. Ya vamos a explicar lo del muñequito… me refiero al que carga el arquero…

Con el cupo mundialista ya regalado ganado, la Federación local (la de los opresores, la NIVU) organizó una gira de partidos entre Diciembre de 1937 y Febrero de 1938 en el territorio para escoger a lo más granado (?) para integrar la selección que iba a pelear por el honor de la colonia oprimida en Francia. Ergo, una especie de reality (?) de jugadores de fútbol…. qué cosas las del fútbol de antes… en fin. Al final fueron 19 los escogidos para el seleccionado, de los que tres eran descendientes de europeos nacidos en las islas, dos de origen chino y el resto indonesios (de Java, Sumatra y las Molucas principalmente), todos bajo la dirección de un tal Johannes van Mastenbroek (suponemos que con ese nombre, indonesio no era), que además era vicepresidente del Comité Olímpico local. La nómina partió en barco unas semanas antes del torneo a Francia para jugar partidos con equipos europeos y en general conocer el mundo. Estuvimos buscando en canchallenang y en otras fuentes más, pero no encontramos muchas referencias de los players, se las debo…

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El capitán de Indias Orientales, el Dr Haing S. Ngor (?) Achmad Nawir (en la foto es el chino (?)) siempre jugaba con gafas. Aquí saliendo a la cancha en un partido preparatorio para el mundial con algún club francés u holandés. ¡La cara sobradora de los europeos!

La experiencia mundialista de Indonesia, aka Indias Orientales Holandesas duró menos que técnico en Racing. El 5 de Junio de 1938 saltaron a la cancha del Velódróme Municipale de Reims a enfrentarse a la poderosa Hungría con esta alineación: Tan Mo Heng, Frans Hu Kom, Jack Samuels, Achmad Nawir, Frans Alfred Meeng, Sutan Anwar, Tan Hong Djien, Suvarte Soedarmadji, Henk Zommers, Issak Pattiwael, Hans Taihuttu. Equipazo (?). Los húngaros contaban con algunos de los mejores jugadores de Europa de esos días (Gyula Zsengellér o Matias Sárosi, por ejemplo) y ya a los 35 minutos ya iban ganando 4 – 0 sin sudarla demasiado. Supongo que decidieron relajarse y dejar que pase el resto del partido, azarándose lo justo para redondear el 6 – 0 final.

Y listo, derrota y a la casita. Recordemos que en esa edición (y la de 1934) el Mundial se jugaba en formato Copa: un partido eliminatorio y el que perdiera chau. De todos modos supongo que los indonesios no quedaron muy aburridos, teniendo en cuenta que coronaron viaje a Europa y participación en un Mundial. Después de esta participación, no volvieron ni a acercarse a la posibilidad de volver a verle la cara a Dios; no jugaron eliminatorias hasta 1974 y no han olido ni de cerca un cupo mundialista. Lo anterior los hace acreedor del record de ser la selección que menos partidos ha jugado en todos los mundiales: uno.

Terminamos mencionando que de todo lo bizarro per se que fue la participación de estos mongos en un mundial, destaca el tema del arquero Ten Mo Heng (según otras fuentes, Mo Heng Tan), al que le gustaba jugar con el muñeco. Me refiero a que tenía un muñeco como mascota, un tamagutchi (?) que ponía en su arco como amuleto de la suerte. Algunos lo ven como una especie de brujería por el origen exótico del protagonista; yo veo esto de saltar a la cancha con un muñequito gordito y con cara de «¡¡¡yo quero ser tu amiiiiiiguiiiiis!!!» como pura mariconería oriental…

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El arquero Tan Mo Heng y su Teletubbie a la indonesia

Fuentes: 1, 2, 3

Historias de semivirgos y debutadores solitarios en Mundiales – Vol II: Canadá en 1986

Si haces una encuesta preguntando cuáles son los deportes más populares en Canadá, seguramente verás resultados como estos: 1) Hockey, 2) Béisbol, 3) Curling, 4) Básquet, 5) Lacrosse….38) Cortar leña …57) Criticar a los yanquis… 94) Fútbol. Y aunque esto tiende a cambiar en los últimos años, la verdad es que a nivel competitivo los equipos de fútbol canadienses no dejan de ser esos de blanquitos toscos y negritos insípidos que no le hacen daño a nadie, y que se demoran tres días con sus noches en hilvanar una jugada simplona que termina en el predecible ollazo al nueve. Por eso sus apariciones a nivel top han sido esporádicas, novedosas, tristes, solitarias. Y muy poco frecuentes, a diferencia de las de su vecino futbolísticamente más exitoso y domésticamente más violento del sur. Solo una vez los rústicos y voluntariosos canadienses se codearon con la crema y nata del firmamente futbolístico mundial… y esa vez se las relataremos aquí, a continuación, ya, en uno, dos…

Canadá en el Mundial de 1986: A Magical Journey (?)

Lo bonito de escribir estos posts es enterarte que hay muchos años de historia detrás del fútbol de estos países que no juegan a una mierda. El primer juego de nuestro amado deporte – tal como lo conocemos hoy – en el territorio de Canadá se realizó en Toronto en 1876. Al año siguiente se formó la Dominion Football Association (lo de «Dominion» viene del status territorial de Canadá en esos días dentro del Reino Unido), el cual fue de hecho la primera asociación de fútbol formada fuera de las islas británicas. Ya en 1912 se formó la que se convertiría en la especie de AFA canadiense – pero sin corrupción, suponemos: en Canadá todos deben ser honestos (?) – la «Dominion of Canada Football Association«, que se afilió a la FIFA el mismo año y con algunos cambios de nombre persiste hoy como la «Canadian Soccer Association».

Seee, qué montón de años, de tradición, de historia… ¿y de resultados? Pocón: las vitrinas de la Association solo pueden exhibir dos títulos a nivel de la Concacaf (1985 y 2000) y un par de copas menores (en categoría femenina tienen mejor palmarés, pero ¡quién putas va a hablar de mujeres jugando fútbol!). Su primera participación en un campeonato mundial fue en las eliminatorias de 1958: quedaron eliminados en primera ronda pero se dieron el gusto de ganarle de visitante y local a sus vecinos yanquis. Desde ahí navegaron en la intrascendencia hasta los años 80, que vieron cómo los canadienses pegaron una buena generación (o al menos una menos horrible que las anteriores). Los resultados se comenzaron a ver: en las eliminatorias a España 82 les faltó un puntico no más para clasificar, pero they shit in their own legs al empatar miserablemente contra Cuba en el último partido. Continuaron su buena racha clasificando y alcanzando los cuartos de final en los Juegos Olímpicos de 1984, en donde los frenó Brasil por penales. Juiciosamente decidieron mantener la misma base de jugadores con los que tan bien les estaba yendo (bueh, tampoco tenían más gente) para afrontar el Campeonato de la Concacaf de 1985, que además le daba al campeón un cupo al Mundial del siguiente año. De esta base vamos a mencionar algunos que hacen parte del Olimpo futbolístico canuck:

  • Martino «El Tata» «Tino» Lettieri, arquero nacido en 1957 en Bari (Italia) pero criado en Canadá. Titular y habitué en varios equipos de la vieja NASL como los Minessota Kicks, Vancouver Whitecaps, Minnesota Strikers y Hamilton Steelers, se hizo famoso por atajar con un loro de peluche (!!!) en la red o a menudo en su espalda durante los partidos Se retiró en 1987, luego de lo cual su loro de peluche lo hizo también. Si quieren ir a visitarlo y de paso preguntar por el loro, pueden ir a su cafetería en Shorewood, Minessotta.
tinolettieri

Tino and his stupid and ridiculous peluching parrot

  • Randy Samuel fue un recio defensa oriundo de Trinidad y Tobago (y por ende, sobra decir que es negro), también emigrante de niño al país de Rush. Tuvo una respetable carrera no solo en su país sino en clubes de primera y segunda división de Holanda, Inglaterra y Noruega (ehhhh, respetable para un canadiense). De hecho estuvo en el PSV Eindhoven pero jugó solo cinco partidos antes de ser eyectado al Volendam, en donde sí logró afianzarse en la titular. Toda una institución en la selección canadiense, jugó 82 veces como internacional entre 1983 y 1997.
  • Bruce Wilson es otro histórico del fútbol del país de Rachel McAdams. Poco dúctil pero firme y rocoso defensa central – no muy aficionado a excursiones ofensivas -, se hizo respetar no solo en su país sino en el subcontinente (?) nortecentroamericano. Tanto que es considerado como uno de los mejores jugadores de la Concacaf de todos los tiempos. De extensa carrera en clubes de la NASL, se retiró en 1984. Jugó el Mundial del 86. Sí, se retiró en 1984. No, no estamos equivocados: pasa que para las eliminatorias y el Mundial de 1986 le pidieron volver de su retiro. De hecho cuando jugó el Mundial llevaba más de un año sin jugar en clubes a nivel competitivo…
bruce wilson

Este señor con cara de jefe miserable que se desquita con los empleados de sus desventuras hogareñas por ser un tipo débil, pusilánime, cagón y necesitado de afecto pero a su vez de dinero para mantener un tren de vida decadente y abundante en drogas duras y putas caras, es el legendario Bruce Wilson

  • George Pakos era un mediocampista de orígen polaco nacido en la ciudad canadiense de Victoria, cuya carrera deportiva se desarrolló solamente en clubes aficionados (!) de su ciudad. Como jugador era bastante half-hair (?), pero tuvo la ¿suerte? ¿capacidad? de anotar un par de goles fundamentales en la historia del fútbol canadiense, sin los cuales probablemente no estaríamos haciendo este post. Ya veremos cuáles.
  • Branko Šegota nació en lo que hoy es Croacia pero emigró con su familia a Toronto cuando niño (otro más y van…). Se destacó desde muy joven como delantero eficiente y goleador en varios clubes de Indoor Soccer. De hecho, al momento de jugar con su selección los partidos correspondientes al Mundial de 1986, Šegota no jugaba en un club de fútbol 11 sino en uno de indoor (!!), los San Diego Sockers. Bizarro.

A estos se les unieron para afrontar la competición otros jugadores nativos y varios nacidos en Eslovaquia, Croacia, Inglaterra, Irlanda, Escocia y Alemania. Los canadienses pasaron sin jugar la fase preliminar (su rival Jamaica renunció) y clasificaron a la fase final al ganar con autoridad su grupo de la siguiente ronda sobre Guatemala y Haití. La ronda final consitió en un triangular con partidos de ida y vuelta entre Canadá, Costa Rica y los ultrafavoritos Honduras con su legión histórica de España 82 (Gilberto Yearwood, «Primitivo» Maradiaga, Julio César Arzú, Anthony Costly…). La cosa comenzó mal para los paisanos de Marie-Josée Crozé al empatar con Costa Rica en la gélida Toronto. El siguiente partido pintaba más complicado las letras de Soda Stéreo, porque los canadienses tenían que ir a Tegucigalpa a rezarle a su Dios pagano y protestante (?) a ver si le podían arañar algún punto a los locales. Pero esto, ESTO fue lo que sucedió…

…a los 13 del segundo tiempo, el volante George Pakos aprovechó una Funesmoreada de la defensa de Honduras y colocó un sorpresivo 1-0 que al final no se movió. Sor presa. Una semana después los compatriotas de Carrie-Anne Moss le sacaron un empate sin goles a Costa Rica en San José, lo que los dejaba a un solo punto de la clasificación al Mundial. El partido decisivo se jugó el 14 de Septiembre de 1985 en el pequeño estadio King George V Park de la ídem ciudad de St John en pleno Atlántico norte; la verdad no sabemos exactamente por qué decidieron jugar en ese estadio (el más antiguo de fútbol en Norteamérica). El caso es que Canadá obtuvo su cupo al Mundial al vencer a los hondureños por 2-1. Tremenda fiesta se armó en el país: trescientos cincuenta y cuatro personas salieron a las calles y en los desmanes por la celebración hubo que lamentar la muerte de dos señales de tránsito, lesiones graves a tres jardines y el encarcelamiento de un joven por lanzarle piropos a una camarera local.

Los goles de la clasificación fueron logrados por el oportuno Pakos y el delantero Igor Vrablic, que un año y pico después sería sancionado por aceptar sobornos en un torneo amistoso en Singapur (!!!!). El sorteo del mundial se portó como una bitch y encajó a los coterráneos de Evangeline Lilly en un grupo jodidísimo, lleno de europeos sedientos de sangre: Francia, Unión Soviética y Hungría. El debut canadiense en fase final de mundiales fue un 1ro de Junio de 1986 el Nou Camp (así se llama) de León contra la Francia campeona europea. Todo pintaba para una brutal masacre, pero entre un exceso de confianza de los franceses, (tanto que casi los vacunan los norteamericanos al principio) y una tarde HORRIBLE de su goleador Jean-Pierre Papin conspiraron para que al final todo quedara en un tibio 1-0. Derrota pero orto honor intacto a pesar del baile.

El siguiente partido fue por la clasificación (?) en Irapuato contra Hungría. Era duelo entre perdedores de primera fecha del grupo (los húngaros habían sufrido una rectificada de asterisco de la Unión Soviética por 6-0: peor que la del cingüendaiséi), uno de ellos europeo de segundo orden y el otro un norteamericano desconocido; a las 12 del día, con un sol brutal como el que hace en México según el cine gringo. Todo eso conspiró para que al final no fuera ni La Llorona al estadio. Hungría golpeó desde el principio y se dedicó a esperar y ver cómo los ineptos e inofensivos delanteros canadienses llegaban esforzadamente y entregaban el balón a su arquero. Faltando 15 minutos Hungría puso el 2-0 y hasta ahí llegó el partido (resumen). La despedida canadiense del mundial (y hasta ahora, de todos los mundiales) fue tres días después contra los ya clasificados soviéticos, pero esta vez le aguantaron un tiempo entero y quince minutos del otro hasta que el gran Oleg Blokhin los clavó. Como contra Francia, el recital de goles perdidos salvó a los gringos menos escandalosos una culeada monumental. Creo que el jugar todos los partidos a mediodía no ayudó a que la puntería de los delanteros estuviera fina…

Y eso fue todo para los canadienses. Al final terminaron el campeonato sin goles a favor y con cinco en contra, que aunque los dejaron en el último lugar del torneo la sensación general no fue taaaaaaaan horrible. Pero eso fue lo último que pegaron en mundiales: para Italia 90 cayeron sorpresivamente en primera ronda de eliminatorias contra Guatemala (hay que estar muy jodido para perder con Guatemala) por gol de visitante, y desde ahí nada más se ha visto de ellos. Lo único que queda por añadir a esta historia es compartir con ustedes esta, ehh… canción que, con motivo de la clasificación al mundial, sacó una banda de Edmonton llamada Sons of Andrew. El tema se llama «Oh Canada We’ll Proudly Play for You«, y consiste en una especia de polka dulzona, ochentera y melcochuda, que no sé qué sensación generaría en su momento por allá pero hoy produce ganas de bañarse y quitarse la suciedad. Sons of a bitches…