Luego de México 1986, cuatro años más tarde, Alemania Federal y Argentina seguían manteniendo sus cuerpos técnicos. Franz Beckenbauer había conducido las últimas batallas de una generación que culminó con dos subcampeonatos consecutivos, y aprovechó su segundo ciclo para nutrir de nuevos valores a los veteranos salientes. Carlos Bilardo, por su parte, mantuvo la estructura de buena parte de su Selección campeona, pero llegó físicamente disminuida a la cita de Italia, y sin reemplazos de idéntica categoría. El destino quiso que los encuentre nuevamente en una final mundialista.
Alemania Federal preparó su proceso 1986-1990 pensando en la Eurocopa ’88 organizada en su casa y en el Mundial en suelo itálico. Cerró el ciclo de Harald Schumacher, Karl-Heinz Rummenigge, Felix Magath, Hans-Peter Briegel y Karlheinz Förster. Mantuvo a algunos jóvenes que ya despuntaron en México (Matthäus, Berthold, Völler, Brehme, Littbarski y Augenthaler), y los complementó con nuevos valores como Jürgen Klinsmann, Thomas Hässler y Bodo Illgner.
La Euro culminó en semifinales, siendo derrotados por el posterior campeón Holanda. Para el Mundial, el equipo llegó en buen nivel, fiel a la estructura predilecta de Beckenbauer: 5-3-2 con agresividad por las bandas, pero agregándole mayor cuota de verticalidad y audacia al mediocampo. En su fase inicial le tocó en suerte cruzarse con Yugoslavia, Colombia y los débiles Emiratos Árabes. Su formación era encabezada por Klaus Augenthaler como líbero, siendo Thomas Berthold y Guido Buchwald sus stoppers. Los laterales-volantes fueron Stefan Reuter por derecha y Andreas Brehme por izquierda. En el centro del terreno, Lothar Matthäus asumía el rol de armador retrasado, obligado al primer pase, siendo flanqueado por Thomas Hässler y Uwe Bein. Finalmente, el dueto atacante estuvo conformado por Rudi Völler y Jürgen Klinsmann. Pierre Littbarski era el cambio obligado de los segundos tiempos, usualmente secundado por Karl-Heinz Riedle.
Tras dos contundentes 4-1 y 5-1 frente a Yugoslavia y Emiratos Árabes (con cosecha goleadora frondosa para Matthäus -3-, Völler -3- y Klinsmann -2-), Colombia los sorprendió con una igualdad en la última jornada (1-1). Siendo puntero de su grupo, el sorteo entre Irlanda y Holanda deparó que la Naranja Mecánica quede en tercer lugar de su zona. Para este partido, Beckenbauer continuó con su esquema pero insertó a Jürgen Kohler de stopper, pasando Buchwald a compartir el mediocampo con Matthäus y Littbarski (saliendo de la alineación Hässler y Bein). La victoria por 2-1 lo colocó frente a Checoslovaquia (1-0), donde los ajustes se acercaron más al elenco del partido inaugural. Buchwald volvió a la zaga, y Berthold se desplazó hasta ser lateral-volante, saliendo Reuter del equipo. En semifinales, Littbarski le otorga su lugar a Hässler, y vencen a Inglaterra por penales tras igualar 1-1.
La formación de Beckenbauer para el partido definitivo privilegió a Berthold por sobre Reuter, mientras que tanto Hässler como Littbarski fueron de la partida.
Argentina, luego de su éxito en México, llegó muy golpeada a la cita como campeón defensor. En un plantel plagado de lesiones y con jugadores de evidente merma física (Maradona el caso más notable), debió disputar el partido inaugural con Camerún. Bilardo fue fiel a su 3-5-2, aunque en rigor de verdad resultó un 5-3-2 bastante defensivo desde los nombres. Juan Ernesto Simón de líbero, con Oscar Ruggeri y Néstor Fabbri de stoppers. Por derecha Roberto Sensini y por izquierda Néstor Lorenzo cubrían las bandas. En el centro, Sergio Batista jugaba retrasado, con José Horacio Basualdo y Jorge Burruchaga a sus costados. Quedaba la ofensiva a cargo de Diego Maradona y Abel Balbo. La derrota por 1-0 con gol de François Omam-Biyik fue un cimbronazo que forzó al DT a producir 5 modificaciones. El dibujo se asemejó al 3-5-2 de antaño, con Pedro Monzón y José Tiburcio Serrizuela de stoppers, y tanto Pedro Troglio como Julio Olarticoechea generando salida por los laterales. También apareció Claudio Caniggia por primera vez desde el arranque, y Sergio Goycochea debe reemplazar al lesionado Nery Pumpido. Tras vencer a la Unión Soviética (2-0) y empatar ante Rumania (1-1) se situó como tercero del grupo, con la obligación de medirse ante Brasil.
Frente a Brasil, retornó Ruggeri y se sumó Ricardo Giusti en sustitución de Batista para marcar la banda derecha, quedando Troglio de mediocampista interno. Se venció por 1-0 tras ser dominado durante los 90 minutos, que le otorgó la posibilidad de enfrentar a Yugoslavia por cuartos de final. Con Gabriel Calderón en lugar de Troglio, el equipo igualaría en 0 y las manos de Goycochea en los penales tuvieron destino de semifinal. Ante el local Italia, se reeditaría la hazaña: otro empate (1-1) y otra noche gloriosa de Goycochea.
Argentina fue un elenco que, además de sus lesiones, tuvo a las suspensiones como un enorme obstáculo. Su juego físico y de marcaciones personales lo hizo propenso a la tarjeta, y para la final se quedó sin la presencia de Caniggia, Giusti y Olarticoechea. Así, muy resentido en todas sus líneas, Bilardo alineó a Serrizuela, Simón y Ruggeri en el fondo. Troglio y Lorenzo retornaron a la titularidad como carrileros, mientras que Sensini hizo lo propio por el centro para acompañar a Basualdo. Más liberado estaba Burruchaga, con Maradona y el Galgo Gustavo Dezotti como hombres de punta.
Alemania se constituyó en claro dominador de las acciones de principio a fin, con una Argentina dispuesta a regalar la iniciativa y buscar el contragolpe. El conjunto teutón desplegaba a Brehme y Berthold por las bandas hasta la mitad de cancha, mientras que Buchwald subía hasta el círculo central. Por ende, quedando Kohler en la retaguardia, la salida estaba a cargo de los pies del líbero Augenthaler, quien se adelantaba unos metros a balón dominado o descargaba con el propio Buchwald o con el retraso de Lothar Matthäus.
La construcción alemana contaba con variantes. La salida por derecha recaía en los pies de Hässler, quien era el encargado de cambiar el ritmo y la velocidad con arranques explosivos. Recibía y encaraba por su sector, tocando con Berthold o con el pivoteo de uno de los puntas para que Berthold sea quien centre desde la derecha. Si pivoteaba Völler, lo realizaba de primera para retornar al área, mientras que Klinsmann otorgaba la alternativa de salir y girar, mostrándose así como receptor sobre la raya con pases en profundidad de Hässler o Matthäus.
Por izquierda, la gestación corría a cargo del toque de Augenthaler o Matthäus hacia Brehme, y que éste descanse en Littbarski. Brehme hizo hincapié en su escalada para recibir en 3/4, y aprovechando su capacidad para centrar con ambos perfiles, impactar indistintamente de zurda o de derecha tras enganchar. Littbarski, por su parte, jugaba más cerrado, con tendencia a buscar el semicírculo del área para rematar o para filtrar balones por bajo en dirección de Völler.
De todas formas, si bien la tendencia al envío cruzado fue habitual al tratarse de un conjunto alemán clásico, las sutilezas las aportaban dos particularidades que buscaban destrabar las marcas hombre a hombre propuestas por Bilardo. Una consistía en ese adelantamiento de Buchwald, sin pelota, para ofrecerse como pared de Matthäus en el círculo central y liberar al capitán (o incluso que Buchwald mismo avance con el balón en los pies al no tener marca fija). Ello generaba alguna distracción que obligaba a otro hombre a salir a tomarlo, liberando a sus compañeros. La segunda, y más intensa, estuvo a cargo del hombre de mayor rompimiento táctico en el equipo germano: Thomas Hässler. Cuando la pelota descansaba en Augenthaler o Matthäus, Hässler efectuaba diagonales veloces de derecha a izquierda, pasando a jugar en el puesto de Littbarski (quien asimismo se cerraba). Si el balón se extendía hasta Brehme, Hässler extendía su corrida hasta la banda, para poder desbordar por línea de fondo. Estos desajustes generados por Hässler abrían la defensa argentina y forzaban, por un lado, una supremacía numérica por el flanco izquierdo. Y en caso que Basualdo optase por perseguirlo, liberaba el sector de Berthold para poder cambiar de frente.
Argentina esperó con un 5-4-1 con numerosas persecuciones individuales. Serrizuela tomaba a Völler y Ruggeri hacía lo propio con Klinsmann, quedando Simón libre. Troglio por derecha custodiaba el adelantamiento de Brehme saliendo a su encuentro bien arriba, mientras que Lorenzo retrocedía más en su afán de custodiar a Berthold. En el centro, Sensini era el encargado de Littbarski, y Basualdo el de Hässler, quedando Burruchaga en las inmediaciones para presionar a Matthäus. Maradona solía bajar unos metros para evitar que Buchwald progrese con tantas libertades, quedando Dezotti arriba con Augenthaler y Kohler. Si bien existían rotaciones y alguna excepción (Burruchaga no seguía a Matthäus si se desplazaba hasta la izquierda, y Maradona no era tan proclive a una marcación férrea), en líneas generales este esquema defensivo fue rígido, donde hasta el propio Dezotti podía retroceder a su campo con tal de mantener el bloque incólume. Simón, siendo el líbero, cerraba a las espaldas de sus stoppers o salía al cruce de Littbarski/Hässler si penetraban por el centro del área.

Marcación 5-4-1 de Argentina, con muchas persecuciones personales salvo Burruchaga, Maradona y Dezotti. A la derecha, Ruggeri sale a buscar a Klinsmann, mientras Simón cubre sus espaldas
Argentina, arropado más atrás y empleando el pase al arquero (que por entonces podía tomar el esférico con las manos) como recurso constante, tuvo como misión principal cortar los circuitos de juego teutones, sabiéndose en inferioridad para plantear un encuentro de igual a igual. La merma física y de nombres para esta final generó que Bilardo privilegie esta faceta del juego, quedando poco lugar para el progreso ofensivo. Cuando atacaba, Argentina se repetía en pelotazos en largo de Serrizuela y Ruggeri en búsqueda de Dezotti (tanto de espaldas por el centro para que cabecee en dirección a Maradona, o en largo por la banda para que triunfe en velocidad a la rastra).
A la hora de salir por abajo, surgía el trueque de roles de Sensini y Troglio: Sensini se abría para recorrer la banda, mientras que Troglio se cerraba para tomar contacto con el balón. La salida por abajo pasaba por Troglio y Basualdo en dirección a Burruchaga por izquierda, para que éste sea el nexo con Maradona por el centro. La salida era lenta y por el medio, con Burru replegándose bastante y volviendo a confiar en Troglio para la descarga. Por izquierda, Lorenzo se adelantaba pero sin vocación de volante ofensivo, por lo que su ubicación servía a los efectos de contener a Berthold, o para extender en largo con el pique de Dezotti. De lo contrario, se buscaba una pared con Burruchaga para que ingrese con pelota dominada y habilite a Maradona, o bien aprovechar un desplazamiento rompiendo filas de Basualdo.
Por derecha, el avance pasaba por Burruchaga hacia Troglio o Maradona, y éstos hacia Sensini, buscando sus envíos cruzados. Burru se agregaba como segundo delantero al área junto con Dezotti, con Diego merodeando el semicírculo. Como alternativa, Basualdo cortaba en diagonal hasta el vértice del área para que Troglio lo asista por bajo. Si bien no fue habitual, podía ocurrir que sorpresivamente Sensini se mantenga en su posición y la pelota salga jugada hacia Serrizuela para que, como stopper adelantado, busque a Troglio por la banda. En todo momento, Argentina mantenía un hombre como volante central para custodiar la vuelta, siendo generalmente Basualdo el encargado de ese rol. Pero en caso que Basualdo incursione en ofensiva, se cerraba el lateral-volante opuesto al del flanco por el que se estaba atacando (es decir, Lorenzo si se avanzaba por derecha, y Troglio/Sensini si se adelantaba por izquierda).
Alemania esperó con su 3-5-2 / 5-3-2 dependiendo si los laterales debían retroceder mucho sus líneas o no. Por lo general, Berthold tendía a hacerlo, mientras que Brehme era muy agresivo en su presión, por lo que en la práctica se asemejaba un poco a un 4-4-2. Beckenbauer asignó dos marcaciones personales: Kohler sobre Dezotti y Buchwald sobre Maradona, hostigándolos por toda la cancha (Buchwald iba hasta el centro del campo en su persecución). Augenthaler quedaba como libre, mientras Brehme iba a buscar a Sensini bien arriba en el terreno. Berthold, más conservador gracias a que Lorenzo no se proyectaba por su banda, fluctuaba entre salir a buscar a su marcador y quedarse para cerrarse a la zaga si uno de los stoppers salía de su zona de influencia Matthäus, por su parte, tenía la misión de estar cerca de Burruchaga, mientras que Hässler hacía lo propio con Basualdo. Littbarski custodiaba la presencia de Troglio. De los delanteros, Klinsmann presionaba a líbero y stoppers, mientras que Völler, además de cumplir esa función, era quien retrocedía por el centro para congestionar el sector creativo argentino.
A diferencia de 1986, donde Matthäus estuvo muy contenido, la presencia de Berthold más libre, y de Buchwald más adelantado, le otorgaba libertades para salir a la presión sobre sus costados. Además, contaba con Hässler de ladero, cuyo despliegue y velocidad (aprovechando que Basualdo muchas veces se quedaba atrás) le permitían cubrirle las espaldas si se volcaba sobre la derecha.

Dibujo alemán a la hora de defender. Berthold contenido pero Brehme o Buchwald salían a presionar arriba, provocando que siempre haya 4 jugadores en el fondo. A la derecha, intercambio de roles entre Hässler y Matthäus
El equipo germano contó con unos 15 minutos iniciales de mucha intensidad donde explotó cada adelantamiento aislado argentino para robar y jugar rápido mediante Hässler. Ese desplazamiento de Sensini y Troglio podía generar huecos en el sector defensivo si se perdía el balón en plena transición, dejando espacios por la banda. Así, Brehme profundizó con Völler y luego el desplazamiento de Hässler, que toca de nuevo al medio hacia Völler. El goleador se la deja a Littbarski al borde del área pero su remate es desviado. Posteriormente, un anticipo de Buchwald deriva en otra escalada de Brehme con Littbarski. El centro del lateral no logra ser conectado por Völler, y Ruggeri se la alcanza a su arquero Goycochea.
Alemania, asimismo, contó con sus tradicionales ataques cruzados en búsqueda de la posición de Völler, ya sea de pelota detenida (ejecutada por Brehme) o tras centro de Klinsmann por derecha previa profundización de Berthold. En ambos casos, los primereos de Völler por sobre Serrizuela no fueron suficientes para otorgarle la precisión necesaria a sus cabezazos.
El conjunto albiceleste, sin juego y viéndose vulnerado en este despliegue en ataque, optó por contener más a Troglio para no quedar mal parado. Maradona retrocedía hacia el círculo central para tomar contacto con Burruchaga, y Dezotti fue quedando cada vez más aislado, absorbido completamente por la marca de un impecable Kohler. Buchwald, por su parte, también estaba muy fino (aunque con necesidad de incurrir en fouls menores), mientras que Burruchaga se mostraba activo en la recepción pero muy impreciso en la descarga. El retroceso de las líneas forzó un mejor andamiaje por la banda derecha con tal de no sufrir tanto, en desmedro de sus opciones de ataque.
Al Argentina juntar sus líneas, tanto Völler como Klinsmann (muy bien custodiado por Ruggeri) quedaron con menos espacios para maniobrar. Comenzó a lucirse Simón en el fondo, por lo que la idea de abrir y centrar dejó de ser tan ventajosa para Alemania. Matthäus se hizo patrón del centro del campo ante tanto retraso sudamericano, y cambiaba de frente con liberad, mientras que Hässler incrementó sus escapadas por sorpresa hacia la izquierda. Ello surtió efecto, pues el centro del campo fue el lugar más endeble de Argentina: Basualdo se veía obligado a perseguir a Hässler, quedando un sector libre para que Matthäus o Buchwald incursionen, reciban, y abran hacia Berthold. De lo contrario, podía ser Littbarski el que se cierre para perfilarse y rematar.
Ese desplazamiento de Hässler hizo que Littbarski apure un lateral por derecha con Matthäus, y éste nuevamente centre hacia Völler, que gana pero desvía su impacto. Luego, Augenthaler rompe filas y toca con Hässler por izquierda. La pared con Klinsmann permite el desborde del volante, que centra a las manos de Goycochea. Alemania era claramente superior y se olfateaba un gol en cualquier momento, pero no terminaba de profundizar sus ataques de 3/4 en adelante. Anticipaba con frecuencia de cabeza, o podía disparar de media distancia, pero no lograba calibrar la mira: Goycochea pasó bastante inadvertido en ese aspecto.
Argentina continuó en la misma tesitura, rematando por primera vez al arco al minuto 38 mediante un tiro libre de Maradona que se fue elevado. Se seguía centralizando en demasía el ataque, y para colmo Dezotti (de flojísimo desempeño) se abría a la izquierda arrastrando a Kohler, pero dejando sin referencias de descarga al ataque. Una combinación entre Troglio y Basualdo culmina en descarga a Dezotti. Éste devuelve con Basualdo, quien la empala por el centro para Maradona, bien marcado. Brehme de volea y sobre el semicírculo decide jugar arriesgado hacia su arquero Illgner, que captura el balón sobre la línea. La jugada de mayor peligro argentino fue creación teutona.
Para el segundo tiempo, uno de los puntos altos de Argentina debe retirarse por lesión. Ruggeri le deja su lugar a Pedro Monzón, quien se encargó de la marca personal a Klinsmann. A los pocos minutos, Bilardo decide agotar sus cambios al colocar a Gabriel Calderón en reemplazo de un opaco Burruchaga. El esquema continuó igual, con Monzón de stopper y con Calderón como volante de salida por la izquierda.

Modificaciones argentinas durante el segundo período. Alemania opta por mover a Hässler y Matthäus de lugar
El que alteró levemente su dispositivo fue Beckenbauer. El Kaiser, viendo el poco ataque que proponía Argentina, y dado el retroceso considerable de Maradona, adelantó a Buchwald como volante defensivo, dejando a Kohler y Augenthaler detrás. Hässler se paró definitivamente por izquierda, con Matthäus más suelto por derecha. Littbarski se colocó libre, de la izquierda al centro, mientras que Berthold y Brehme intensificaron sus proyecciones. En primer término, y aún con Burruchaga en cancha, se optó por la salida constante por izquierda. Buchwald (ya contenido y sin proyección) o Matthäus descargaban en Hässler para que traslade o toque con Brehme. La serie de paredes culminaba con un centro de Brehme, o con Hässler buscando por lo bajo a Völler en profundidad y a Littbarski en las inmediaciones del área.
De esta forma, Hässler captura un cruce de Buchwald y asiste a Littbarski, que en su slalom hacia el centro elude a Sensini y Basualdo. Su remate se va besando el poste de Goycochea. Luego, sendas faltas de Troglio motivan dos tiros libres idénticos de Brehme en forma de centro. Ambos pasados, y ambos con hombres no tomados en el segundo palo. Berthold primero y Völler después se pierden la apertura del marcador.
Argentina ya mostraba fatiga (venía de jugar dos suplementarios consecutivos) y desconcentraciones en la marca, retrocediendo en exceso sus líneas. Además, Calderón entró con poco sacrificio, sintiéndose la ausencia de Burruchaga en ese aspecto. Alemania, con Matthäus por allí, encontró un resquicio donde conseguía mayoría en los números: Calderón no retrocedía y entre Matthäus y Berthold le provocaban el 2-1 a Lorenzo (que como lateral-volante nunca estuvo en partido). Klinsmann, por su parte, estuvo más activo para desmarcarse, con un Monzón menos preciso que Ruggeri y constantemente cortando con falta. Por este sector se generaron desniveles mediante los centros de Berthold y los desbordes de Klinsmann, con el agregado que Hässler se cerraba y se ofrecía como receptor de un pase atrás al borde del área. Matthäus, por su parte, enganchaba y centraba de zurda buscando el segundo poste.
Esta falla argentina en la cobertura sobre su izquierda generó una ráfaga de 10 minutos donde Alemania hizo destrozos. Primero Hässler y Matthäus profundizan con Klinsmann. Su centro pasado es dominado por Dezotti en plena posición defensiva, pero la regala ante Völler y Littbarski remata desviado. Luego, Matthäus juega con Littbarski en corto un tiro libre tras foul de Monzón. El centro encuentra a Augenthaler completamente libre por el segundo palo. Elude a Goycochea y se deja caer. Troglio cierra y remata hacia su propio arco, salvando Monzón el gol en la línea. A continuación, Littbarski juega otro tiro libre desde el mismo sector, y Argentina decide juegar al offside. Littbarski los engaña y busca a Brehme en el borde del área, y su volea obliga a una buena respuesta del portero. Para finalizar, Augenthaler toca con Matthäus y éste con Berthold. En vez de centrar, Berthold busca a Hässler, que de primera pincha el balón al área. Klinsmann dispara peligrosamente de volea, sin dirección.
La obstinación por atacar por esa banda dio sus frutos a los 19 minutos del complemento. Klinsmann se vuelve a escapar y Monzón lo derriba violentamente. Roja directa, y Argentina reordenó sus fichas de tal forma que renunció por completo al ataque. Pasó Lorenzo a jugar de stopper, y Sensini se desplazó como lateral-volante por izquierda. Basualdo conformó un triángulo defensivo en el centro, con Calderón a su izquierda y Dezotti a su derecha. Maradona como único hombre en ofensiva (y casi sin cruzar la línea divisoria) conformaban un 5-3-1 dispuesto a aguantar y llegar a los penales.
Argentina, con 11 hombres, procuró atacar a través de Basualdo y Calderón en búsqueda de un Maradona que jugaba siempre de espaldas, para que éste asista a Dezotti en largo, o devuelva en corto y que sean sus compañeros los que direccionen en largo hacia su único punta. La salida mediante Troglio se tornó menos frecuente, siendo Lorenzo de forma esporádica quien se adelantó en el terreno. En estos casos, a Lorenzo se sumaban Calderón o Basualdo de modo alternativa. El elenco albiceleste no generó opciones de gol en toda la segunda parte. Ya con 10 hombres, ello se agudizó, recurriéndose al pelotazo en largo para Maradona o Dezotti como única variante.
Beckenbauer, ante la desigualdad numérica, retira a Berthold para colocar un lateral-volante más punzante en Stefan Reuter. También alteró su disposición táctica. Augenthaler y Kohler quedaron atrás, con Buchwald de volante defensivo. Delante de él, como organizador, estuvo Matthäus, mientras que Littbarski y Hässler retornaron a sus puestos de inicio para poder ensanchar la cancha. Reuter y Brehme se desplegaban en ataque conjuntamente, y se privilegió el adelantamiento por derecha, con Matthäus jugando en corto con Hässler para que desnivele con su juego personal, o busque a Reuter. Por izquierda, ya sin Hässler, Matthäus y Littbarski buscaron a Brehme para que indefectiblemente centre.
Sin embargo, la expulsión le otorgó una mayor disciplina defensiva a Argentina. Calderón se ajustó mejor en la marca para poder tomar a Matthäus, y Lorenzo hizo un muy buen trabajo con Klinsmann. Dezotti ya estaba dispuesto a colaborar con Troglio con la proyección de Brehme y la incursión de Littbarski, mientras que Basualdo lidiaba con Hässler. Con Simón como estandarte, Argentina obligaba a Alemania a reducirse en centros.
Prueba de ello es que, desde la expulsión de Monzón, Alemania generó una ocasión de gol: Un disparo desde lejos de Brehme tras despeje de Lorenzo. El partido se jugaba enteramente en territorio albiceleste, siendo esporádicos los momentos en los que Maradona podía hacer relucir su magia y sacar faltas de Buchwald para lograr segundos de descanso. La pelota retornaba rápidamente y Alemania merodeaba, pero tanta fricción argentina y el estiramiento del encuentro mediante el pase al arquero hizo que el desarrollo se torne más lento.
No obstante, la táctica de Bilardo era muy arriesgada, porque las líneas ya se retrasaban al último tercio del terreno, con Maradona apenas pisando el círculo central como hombre más adelantado. Alemania, en ese empuje, podía conseguir algún resquicio. Ese resquicio provino tras un corte de Augenthaler que deriva en Reuter y luego en Matthäus. Basualdo, que se había adelantado un poco en el terreno buscando asociarse con Maradona, quedó desairado en el retroceso, y Matthäus pudo avanzar con pelota dominada. Buscó por bajo a Völler, que en la velocidad de la maniobra estaba siendo tomado por Sensini y no por su marcador Serrizuela. El juez mexicano Edgardo Codesal cobró penal, y a los 85 minutos Andreas Brehme lo convirtió en gol. 1-0 merecidísimo por lo propuesto durante el encuentro, donde Alemania fue superior a todas luces. Pero que llegaba a través de una jugada altamente discutida.
Tras ello, Dezotti culmina su actuación al intentar sacarle una pelota a Kohler de las manos para agilizar el juego, tackleándolo en el proceso. Nueva expulsión, que terminó de liquidar las esperanzas argentinas. Klinsmann de contragolpe lo tuvo de volea tras una gran habilitación de Matthäus, pero Alemania siguió pecando de su principal problema en la tarde del 8 de Julio de 1990: su falta de precisión.
Alemania se consagró con toda justicia Campeón del Mundo. Redondeó un buen torneo con una final donde propuso y buscó variantes, pero no contó con exactitud en los metros finales para poder marcar y abrir el encuentro. Se encontró con un rival que optó por bloquear sus carriles de juego, y resolvió bastante bien los candados que le fueron trabando, fallando más en definición que en elaboración. Quizás sorprendió que Hässler quede tan estancado posicionalmente en la segunda mitad, lo que le quitó la sorpresa del primer tiempo, pero ello facilitó una mayor preponderancia en Matthäus. La defensa cumplió una labor impecable, con Kohler y Buchwald en enorme nivel, siendo Illgner un espectador de lujo. Hässler y Matthäus fueron los mejores jugadores del encuentro, bien secundados por Brehme y Littbarski. El capitán redondeó un Mundial excelente, sacándose la espina de 1986 y pudiendo contribuir en ofensiva de una forma que en México le había sido esquivo.
Argentina se quedó con las manos vacías. Intentó aguantar, cubrir defensivamente y extender el partido a un terreno tedioso pero que lo favorecía. Rápido optó por no atacar y preocuparse por sus marcaciones, sabiendo que Alemania era un rival superior y que no se hallaba diezmado. Se hizo fuerte mediante Simón (el mejor en el subcampeón) y Ruggeri, y Basualdo redondeó una actuación aceptable, pero el resto del equipo no acompañó demasiado en lo individual. Hubo valores bajos (Burruchaga, Lorenzo como carrilero, Dezotti) y un Maradona notoriamente disminuido en lo físico. La táctica era sumamente riesgosa porque un gol rival la destruía por completo, y tuvo cierta dosis de suerte en la falta de precisión alemana a la hora de definir. Bilardo, más allá de los cuestionamientos a la hora de confeccionar su lista de 22 futbolistas, hizo lo que pudo durante el torneo. Pero pateó una sola vez al arco en todo el partido, y es posiblemente el más flojo finalista de la Historia de los Mundiales.