Fútbol 1.0 – Hat Trick Hero (1990)

Desde las galerías de Neverland, las máquinas arcade reviven para recordarnos la cantidad de fichas y buenos momentos que les hemos dedicado. El homenajeado de hoy nos hizo emocionar con sus jugadores rígidos como palitos y entrenadores muy locos.

Por estos días los arcades de videojuegos de los años ’90 sufrieron el mismo destino que las canchas de paddle y los parripollos de los ’80. Salvo coleccionistas privados, pasan sus últimos momentos de gloria en enormes lugar de recreo llamados Neverland dentro de los shoppings. El hecho de permitir el ingreso a niños a lugares así con el antecedente de Micheal Jackson o del creador de Peter Pan causaría escalofríos aunque, si uno se pone a pensar más seriamente, también se los manda a catequesis (?). De cualquier modo, en estos lugarejos (modo Snake off) dejamos a hijos, sobrinos o cualquier infante mientras nuestras tarjetas de crédito son violadas en reiteradas ocasiones por posnets sin corazón.

A esto se redujeron los fichines. DOLOR

Las fichas fueron reemplazadas justamente por tarjetas. Ya desde pequeños se entregan a la dictadura (?) del dinero electrónico y encapsulado en un cuadrado de plástico. Allí hay ridículos juegos como golpear lagartos con un martillo, embocar pelotitas sacadas de un pelotero. Hay que admitir que patear una pelota pegada a un hilo para embocar un penal no es exactamente «fútbol», aunque al nene le encante. ¿Y cuál es la gran recompensa ante este decadente circo electrónico? Conseguir míseros tickets para los premios que le gustan a los chicos. Claro esta necesitas miles de ellos, y los que se pueden conseguir apensa alcanza para un peine de plástico. Al final, los infantes se conforman con una enorme pelota simil globo que no entra en el auto (o en el bondi) y, por supuesto, es proclive a destruir mitad de la casa o el departamento.

Pero no sólo de autitos chocadores, ruedas de la fortuna y globos gigantes uno puede encontrarse en estos arcades edulcorados. Al fondo, olvidados y suplicando, mediante «insert coin», que los ganadores no usan drogas hay unas maquinitas que conocieron mejor destino en el pasado. Esos son los videojuegos clásicos con los que uno creció. Entre ellos, se encuentra uno de los mejores fichines de fútbol del momento. Un tiempo más sencillo sin tácticas complicadas: solo elegir un equipo, un capitán y tirar centros a la olla. Meter goles, golpear árbitros y rivales por igual, el entretenimiento sano por naturaleza. Solo hay que sentarse en ese taburete pequeño con una nalga al aire para rememorar esa gloriosa época de técnicos sacados, referios gordos y jugadores flacos como palitos y articulaciones mínimas para moverse.

HAT TRICK HERO (Arcade 1990)

aka FOOTBALL CHAMP

A comienzos de la década de los 90, la empresa Taito, fundada para lavar guita por el ruso judío Roman Abramovich Micheal Kogan en 1953, era conocida por las aventuras electrónicas de dos dinosaurios que disparaban burbujas en Bubble Bobble. Tras un primer intento por su cuenta en 1986 con Kick and Run (aka México ’86), se unieron con la compañia inglesa Domark para crear un video juego de fútbol previo a Italia ’90. Así nació el Hat Trick Hero (Football Champ en Europa), una genial obra de arte electrónica del balompie, con la dosis ideal de fútbol y violencia para atraer multitudes al gabinete futbolero.

La pantalla de inicio indicaba un jugador de camiseta roja y pantalones azules disparando sin parar la pelota. Una volea impresionante que, en la siguiente imagen, muestra a un arquero de buzo blanco y pantalones negros estirándose inútilmente para evitarlo. Es el pie para que un locutor pasado de fafafa (?) grite desaforado el nombre del título.

Colocamos la fichita y aparece una pelota dorada (o plateada según la versión del juego) con el estadio Marcantonio Bentegodi de Verona de fondo. En la esquina superior aparecen en una rueda digna de programa de concursos con ocho selecciones para elegir: Alemania, Argentina, Brasil, España, Francia, Holanda, Inglaterra e Italia en su versión Football Champ. Como siempre hay que agradar a los que ponen la tarasca (?), en la versión japonesa y yanqui (Hat Trick Hero) agregan las selecciones de Japón y Estados Unidos (que no participaban en ningún mundial por aquel entonces) reemplazando a Francia y España, selecciones ninguneadas en sus versiones originales en varios videojuegos de la época seguramente por no ganar nada en esa época.

Para 1992, con la Eurocopa de Suecia a la vuelta de la esquina, apareció una tercera versión intitulada Euro Champ ’92. Con diferente música de inicio, el jugador de la primera pantalla ahora tiene una camiseta azul y pantalones blancos venciendo a un arquero de buzo verde y pantalones azules. Cuando el juego accede a darnos «1 credit», la pelota en esta ocasión es plateada y hay 12 selecciones para elegir en el medio de la pantalla: Inglaterra, Alemania, Italia, Checoslovaquia, Rusia, Suecia, irlanda, Bélgica, Dinamarca, España y Francia. Lo curioso es que sólo 8 equipos participaban de esa edición y a Escocia la borraron del juego por Irlanda,la venganza de los católicos.

El Bati/Cani feli’

Como los jueguitos de futbol de la época, contaba con una cámara lateral y jugabilidad arcade: 4 minutos a pura velocidad sin tácticas ni diferencias muy importantes entre los equipos, arqueros que hacían lo que querían y goles calcados mediante centros a la olla seguido de remates aéreos. No obstante, el Hat Trick Hero tiene esos detalles grosos que lo destacan entre los fichines del balonpie: se puede golpear o barrer a piacere. Esto incluye al árbitro y hasta los fotografos detrás del arco pueden recibir un pelotazo traicionero. Además contiene delicias gráficas como un zoom para mostrar festejos, foules, expulsiones y super jugadas, la aparición por primera vez del número de los jugadores en las esquinas superiores de la pantalla, un árbitro regordete con un parecido increíble a Horacio Pagani con el conocimiento del reglamento de Anibal Hay. Lo que uno más recuerda de este jueguito y fue transmitido de generación a generación, fue la imagen de los directores técnicos y las estrellas de las distintas selecciones y sus reacciones ante las incidencias del partido.

Seymour Skinner y Santiago Segurola, entrenadores de Argentina y España (?)

El juego tiene los típicos siete partidos para llegar al sueño de todo futbolero, aunque nunca haya tocado una pelota en su vida: alzar la copa del mundo. Para lograrlo se debe ganar a cada una de las selecciones. Si se empata o se pierde, aparecerán ambos técnicos alentando para que pongas otra ficha mientras el árbitro observa su cronómetro que inicia la cuenta regresiva desde 10. Los penales no existen por lo que un empate sirve tanto como perder. Si uno acepta continuar, el locutor te felicita porque le pagas el sueldo y se juega nuevamente hasta obtener la victoria. De lo contrario termina el juego con tu capitán llorando a moco tendido como niña chiquita (?).

A jugar de vuelta señores.

Una vez elegido el equipo, se elige un capitán de cuatro de los jugadores que salen a la cancha: el ocho, el nueve, el diez o el once de tu equipo. Esta estrella es capaz de realizar «movimientos especiales» (los japos le ponían superpoderes a todo), son un poco más rápidos y se llega a ver su rostro en la parte superior izquierda de la pantalla cada vez que tienen la pelota. Italia, vestida tradicionalmente con la azurra, tiene a un monstruo de pelo largo y sin nariz como 8, un 9 standard, el diez con un corte Elvis y muy sobrador y el once pelilargo típico jugador noventoso. Su director técnico es una versión más avejentada de Diego Cocca, recién salido de una terapia capilar. Argentina continúa con el mal de vestirse como Uruguay, aunque esta vez usa pantalones azules. El 8 es un serio Ricardo Giusti de pelo cortito y colorado, el 9 es una mezcla entre Caniggia y Batistuta, un regordete es el 10, una especia de Maradona pelirrojo (cosas más raras han inventado las japonesas) y el once con pelo castaño y desflecado, haciendo las veces de Jorge Valdano. El entrenador argentino, si bien intenta imitar los gestos de Bilardo, es claramente un homenaje a Seymour Skinner.

Mientras el Omar Palma ario festeja, el agente de KAOS disfruta.

Alemania, de verde como en otros jueguitos futboleros, no puede ser más Alemania. Todos rubios y arios. El ocho muy serio y que se rie en forma malvada al ser elegido, un mosntruoso número 9 con los mullets de la época, el 10 es lo más parecido al Negro Palma en los gestos pero en este caso rubio y de ojos celestes para obtener el perdon del Führer (?), con un 11 personificando el típico tanque aleman con corte militar y cara de Schwarzenegger con una gran sonrisa estúpida y que pareciera que va a comerte crudo con esa boca enorme que tiene. El DT germano es un villano outlet del universo Bond que no califica ni como agente de Kaos (?): Rubio y con un monóculo en el ojo derecho vistiendo una gabardina beige. Los brasileños, con la canarinha clásica, parecen haber sido afectados con desechos tóxicos. El ocho es un Angel Cappa rubio con la diferencia que este esta a carcajada limpia. El número nueve es la mezcla perfecta entre Goku y Zico, el diez es el típico morocho con pelo ensortijado ochentoso y el onces parece un jugador de los años 40 simil Labruna con su bigote negro y finito, guiñándo el ojo en complicidad cuando es elegido. El mister carioca es Pelé abducido por los extraterrestres de Tim Burton de «Marte Ataca».

Este juego, guiño, esta definido, guiño guiño.

Holanda, de naranja como siempre, son los cebollitas mundiales (?). Destaca su número 9 narigón y con cara gigante de pelo rubio y ojos negros, o lo que recordaba el japo en ácido que quiso hacer un retrato de Van Basten. Las palmas se las lleva el número diez, un actor porno ochentoso de vincha con la porra rubia y el bigote que carecterizó al Pibe Valderrama buscando P&F en Amsterdam. Un homenaje bizarro a Ron Jeremy, quién hizo el mejor Maradona de la historia del cine (?). El director técnico quiere parecerse a Steve Buscemi pero sin esa dentadura horripilante. Inglaterra, disfrazado de Escocia, tiene a un típico villano de Robin Hood con la nariz de Richard Nixon como número 8, un 10 con un parecido a Gary Lineker pero con el pelo largo como 10 como jugadores destacados. El coach es Bob Hoskins o Danny De Vito, usted elige (?).

Ron Jeremy en una pose clásica (?).

Por último tenemos a los intercambiables. Como nadie puede creer que Japón (camiseta blanca y pantalón rojo) o los yanquis -de violeta y azul sin (?)- tengan estrellas, iremos con la versión Football Champ. Francia, de camiseta lila (!) tiene a un Elvis colorado de 9 muy presumido en su postura, un número 10 con jopo y pelo largo rubio con una gran entrada en la izquierda, una alopecía muy parecida al Platini de fines de los ochenta. Una mención especial merece el once que mueve la cabeza de un lado al otro con una expresión muy de P&C. Dirige técnicamente a los afrancesados un hombre con pelo negro y abundante tirado para atrás con una mandíbula que hace honor al comentario del alcalde Diamante sobre el parecido a los franchutes con ranas. Finalmente, España, con el uniforme Bart Simpson (?), destacan el número ocho con el pelo como Guile de Street Fighter II y cachetes regordetes y un número once con pelo rubio desflecado sin frente y con los ojos gigantes con bolsas que supo ostentar Graciela Fernández Meijide. El seleccionador ibérico es Santiago Segura, solo que rubio ceniza y con ojos celestes.

El ballet de los rodillazos (?).

Los controles son los básicos de la época: la palanquita en ocho direcciones y dos botones que cumplen diferentes funciones según el jugador posea o no la pelota. Con la redonda en los pies se pueden dar pases bajos y altos hacia tus compañeros. Si se está cerca del arco el segundo botón se transforma en un disparo directo al arco que pocas veces se transforma en gol. Generalmente el pase es a la zona y no al jugador directamente. Por cierto, cada vez que la pelota sea golpeada suena como si fuera una pelota de playa lanzada desde un cañón (?) nota mental: dejar los alucinógenos al menos por dos años (?). Cuando uno debe defender, un botón sirve para la fiel entrada deslizante y el otro cumple la función de vale todo: puño directo a la cara, rodillazo a traición y hasta bajarle los pantalones al rival. Un consejo para limpiar rivales con total impunidad es esperar que el árbitro esté muy lejos o en el suelo tras usar este botón contra él. De lo contrario te clavará una tarjeta amarilla. Como los árbitros en la realidad, este manejará su reglamento como se le cante. El árbitro sanciona cada falta con una tarjeta amarilla y las tarjetas rojas ocurren en la tercera, séptima y undécima faltas, sin importar quién las cometa. Después del tercer expulsado se puede pegar sin recibir más sanciones. ¿Esto cuenta para tu rival, la computadora? Por supuesto que no. A ellos nunca los expulsan o cobran foules porque tienen peso en la AFA de los jueguitos. Deben ser las recomendaciones del Colegio de Árbitros. Como venganza podemos pegarle cuanto queramos y hasta hacerlo correr como loco para buscarnos con la tarjeta en la mano (esto puede durar varios minutos si se hace bien).

Venga para aca.

Esta amarilla es para usted.

El método más efectivo para convertir goles es llevar la pelota hasta la banda derecha, centro hacia la parte superior para el remate aéreo del delantero. Este tiene que ser exacto para que el arquero salga del área chica y falle en dicha salida sino embolsará la pelota. La otra es mediante un lateral en el borde del área. Se lanza a la brasileña superando al arquero y un jugador de tu equipo debe rematar de chilena. Muy realista (?). Los festejos mostraban la satisfacción del DT ganador y la desesperación o resignación del entrenador derrotado, con festejos de todo tipo por parte de los jugadores: rezando, haciendo bailecitos o directamente gritarlo con la tribuna de enfrente. Cuando era un gol en contra el zoom se iba directamente con el jugador que lo realizó y hasta el locutor lo botonea con un OWN GOAL bien grande. El nombre original del juego viene de que el juego podía saber quién convertía tres goles y el comentarista le dedicada un HAT TRICK en medio de la celebración.

Besando la red.

Se lleva la pelota.

Cuando tu equipo va perdiendo o empatando hay una oportunidad única de ganarlo definitivamente. Es aquí donde aparece el SUPER SHOT. El capitán debe recibir un pase exacto de su compañero en una posición específica (dependiendo si es 8,9,10 u 11) cuando falten menos de 30 segundos. El disparo, que puede variar entre una patada voladora o una acrobacia digna de Shaolin Soccer, derriba todos los jugadores que estén en medio, incluyendo al arquero, que termina atravesando la red con la pelota chocando contra los carteles de publicidad. De vuelta, muy realista (?).

Shaolin Soccer (?)

Una vez vencidos los siete equipos, aparecerá una postal de los once jugadores y la leyenda YOU ARE HERO (la gramática no era el fuerte de los japos en los juegos de los ’80 y ’90). Una vuelta olímpica de todos los héroes del Hat Trick, los créditos con la Copa del Mundo de fondo y el equipo Taito, afanado de las formaciones antiguas del fútbol inglés.

Este clásico, adaptado a diferentes consolas destacando la versión de Super Nintendo, en 2005 se presentó para la PlayStation 2 en la colección Taito Memorias Vol.2. Este posteador prefiere seguir despuntando el vicio en el MAME, sobretodo si hay ganas de golpear al árbitro que le metió la mano en el bolsillo a tu equipo en la vida real. Una linda época donde había variedad de jueguitos de fútbol y no la monotonía actual. Bueno, hay que dejar este gran juego y volver al infierno Neverland porque el sobrino tironéa el brazo para cambiar los tickets, que se le va a hacer.

Warhol de DT’s (Obra Maestra de U-Rola)

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MAME

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 COMO HACER EL «SUPER SHOT»